Ramón García: «Después de 40 años de profesión lo menos importante es el dinero»

J. Moreno MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Televisión Española

Conduce por segundo verano consecutivo el renacido «Grand Prix» y confiesa que lo más le gusta es «lo bien» que se lo pasa en Madrid

12 ago 2024 . Actualizado a las 09:40 h.

Costó que regresara a TVE, pero el Grand Prix del verano se ha vuelto a convertir en todo un éxito. El presentador Ramón García (Bilbao, 62 años) se pone una temporada más al frente del clásico concurso cuya nueva entrega, hoy a las 22:00 horas en La 1, enfrenta a los pueblos de Binissalem (Mallorca), amadrinado por María Gómez, y Villanueva de la Torre (Guadalajara), con Manuel Díaz ‘el Cordobés' como padrino. Entre tanto, Ramontxu revela que tiene la capa preparada por si le tocara presentar una vez más las campanadas en la televisión pública.

—¿El éxito del año pasado da un poco más de presión?

—Ya lo he dicho, este año las audiencias se van a moderar. No es lógico lo que pasó el año pasado. Era una espera de 18 años, era tanto tiempo que ese 26,1% de cuota del estreno nos descolocó a todos. Nadie pensaba que íbamos a hacer eso.

—¿Le han invitado de muchos pueblos a dar el pregón?

—Todos los pueblos, cada vez que llega el alcalde me dice: «Hola Ramontxu, ¿haces el pregón?» (risas). No tengo tiempo.

—¿Qué es lo que más le gusta del programa?

— Lo bien que me lo paso. El primero que disfruta aquí soy yo. En el Grand Prix soy feliz. Acabo destrozado, acabo machacado, pero me voy feliz a casa.

—¿Cuántas horas puede prolongarse la grabación?

— El primer día acabamos a la 1:30 de la mañana desde las 15:15 horas y ya los últimos programas estamos acabando entre las 22:00 y las 23:00, que es el horario lógico. Es una paliza física y mental. Los padrinos me preguntan si llevo pinganillo. Solo llevo uno pero pido que no me hablen, solo si hay algún problema de realización o lo que sea.

—¿Ni pinganillo ni «teleprompter» entonces?

—Soy un presentador que presento y realizo a la vez. Realizar conmigo no es complicado, porque todo lo que va a salir yo, ya se lo estoy diciendo al realizador de alguna manera o de otra. Eso ahora veo que ya no lo hacen otros presentadores.

—¿Considera el «Grand Prix» como servicio público?

—Claro que es un servicio público, porque reunir a toda una familia para ver la tele en verano... El servicio público de este programa en Televisión Española es tratar de entretener a la gente, lo que ya es bastante.

—¿Cómo es su relación con los niños?

— Es divertidísimo. Los niños te ven como si fueses Dios. Yo era algo que ya había vivido.

—Va a compartir cadena con David Broncano. ¿Qué le parece el fichaje por TVE?

— Creo que el programa de Broncano va a tener un problema de encaje con el tipo y modelo de audiencia que tiene Televisión Española. Sin embargo, también digo que el fichaje está pensado para eso. No para que no encaje, sino para que traiga a un público que ha perdido TVE. El año pasado la dirección de RTVE se llevó la sorpresa por las toneladas de adolescentes y niños que conectaban con el ‘Grand Prix'. Es decir, los niños y adolescentes ven la televisión cuando les das los productos que quieren. El reto de Broncano va a ser conseguir eso. Es una apuesta arriesgada, pero luego se quejan de que TVE no arriesga. Vamos a darle una oportunidad y que lo haga, y ya está.

—¿Le han tentado desde la competencia?

— Tras el Grand Prix del año pasado me llamaron hasta desde América para presentar programas de entretenimiento. Hay mucha gente que me descubrió el verano pasado.

—¿Por qué no ha cogido alguna de esas oportunidades?

— Soy una persona muy responsable y seria con la gente con la que tengo mis compromisos. Es algo que he repetido en mi carrera. He tenido oportunidades para irme a otros sitios por muchísimo dinero y nunca lo he hecho. Ni al principio, porque yo vengo de una familia acomodada. Nunca he trabajado por dinero, he trabajado siempre por el instinto y por lo que me apetece hacer. Ahora que cumplo 40 años de profesión y que lo estoy disfrutando, lo menos importante es el dinero. El proyecto es que si algo me gusta yo voy a hacerlo.

—¿Ha habido posibilidad de recuperar «¿Qué apostamos?»

— Sí, pero es difícil. Se hacía en directo, con una inversión en decorados, vestuarios... Solo el sofá de invitados son 200.000 pavos. En aquella época venían Sofía Loren, Catherine Deneuve... Y también el tiempo que teníamos para ensayar. Hoy en día los programas de televisión no se ensayan.