Casi la mitad de la población sufre insomnio, crónico en el 14 % de los adultos, y el 11 % toman benzodiazepinas
SOCIEDAD
El 30 % de los niños de entre seis meses y cinco años y el 38,5 % de los adolescentes tampoco duermen
16 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Los hábitos de sueño se han convertido en una seria preocupación de salud pública. «Desde principios del siglo XXI dedicamos menos horas a descansar, menos todavía desde la pandemia. Junto con la nutrición y el deporte, es la base de una vida sana», explica Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño. La falta de descanso nocturno está asociada a alteraciones cardiovasculares, endocrinas, metabólicas, inmunes, neurodegenerativas y mentales. Infartos, ictus, diabetes, obesidad, alzhéimer, ansiedad y depresión pueden ser las consecuencias de no cerrar los ojos lo suficiente.
Los españoles duermen entre semana 7,3 hora al día, algo más de las siete mínimas recomendadas; los fines de semana recuperan y llegan hasta las ocho de media. Pero estos datos son eso, una media. Porque el 60 % no descansa lo suficiente de lunes a viernes: cuatro de cada diez (el 43,4 %) sufren insomnio, el 14 % —más de seis millones de personas— de manera crónica y grave.
En el estilo de vida actual, siempre en la búsqueda de la «hipereficiencia», está el origen de muchos trastornos. Odile Romero, coordinadora de la Unidad Multidisciplinar del Sueño del Hospital Vall d'Hebron, menciona que hoy en día tenemos unas condiciones de trabajo «cada vez más exigentes». «Todos queremos dar lo máximo de nosotros», dice. Alude también a la vida social, con muchos compromisos, y a las redes sociales, «a las que se dedica mucho tiempo». La paradoja es que todo aquello que quita el sueño empeora por la falta de sueño.
«Descansar mal tiene repercusiones en las relaciones interpersonales, porque genera inestabilidad y malestar», destaca Carlos Roncero, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual. Y ni siquiera ayuda a conseguir un ascenso ni la estima de los compañeros. «Aquellos empleados que se llevan el trabajo a casa y no duermen lo suficiente son luego un foco de conflictos. El trabajador descansado es más eficiente y más feliz, y también su empresa, porque quienes sufren problemas de insomnio son más proclives a cogerse bajas por salud mental. Un trabajador que no duerme bien es menos rentable», corrobora Carmen Bellido, de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo.
El pasado lunes, el Congreso de los Diputados acogió una jornada organizada por la Alianza por el Sueño, en la que los expertos reclamaron una mayor atención a este tipo de problema en la agenda política y social a través de campañas públicas y de un cambio de mentalidad que incluye a todos los ciudadanos, también a los sanitarios. «Creemos, por ejemplo, que es muy importante que en las historias clínicas de los pacientes se pregunte por el sueño», resalta Odile Romero.
Fármacos hipnóticos
Solo un tercio de los insomnes acude a su médico, y no siempre obtienen las mejores soluciones. La tentación ha sido tratar de solucionar los problemas de descanso con pastillas, lo que ha colocado a España a la cabeza del mundo en consumo de fármacos hipnóticos con alto componente adictivo. Con receta o sin receta, conseguidas de manera legal o en el mercado negro, el 11 % de la población consumen cada día por lo menos una dosis de benzodiazepina, el fármaco más popular contra el insomnio, y el 25 % las han ingerido alguna vez. «Tomamos cien veces más benzodiazepinas que las que toman en Alemania —expone Carlos Roncero—. Tenemos un problema de farmacomedicación. Muchas personas toman medicamentos y no saben para qué son».
No solo los adultos sufren trastornos de sueño; la vieja expresión «dormir como un bebé» se ha quedado obsoleta. El 30 % de los niños de entre seis meses y cinco años y el 38,5 % de los adolescentes sufren insomnio, como revela una investigación publicada en la revista de la Asociación Española de Pediatría, datos preocupantes porque sus problemas de hoy pueden tener consecuencias toda la vida. Y otra vez, los medicamentos han sido el camino más corto para muchos: el 19,6 % de los estudiantes declara haber consumido hipnosedantes en algún momento de sus vidas.