El catedrático de la USC Antonio Salas, alumno aventajado de Carracedo y Álvarez Jurado, incide en que «el origen geográfico de una persona y el origen geográfico de su ADN no siempre coinciden y no tienen porque hacerlo». «Imaginemos un escenario hipotético en el que una persona posee un marcador genético en su cromosoma Y (biomarcador) que solo se encuentra en una población judía sefardí. Aunque ese marcador podría indicar una posible conexión con ese grupo, representaría solo una ínfima parte de su ADN. El resto de su material genético podría provenir de múltiples lugares y poblaciones del mundo. En otras palabras, la genética de una persona está formada por muchas ‘‘capas’’ de herencia, y reducir su origen geográfico a una sola región, o a un solo marcador genético, sería simplificar en exceso una cuestión mucho más compleja»
Salas pone el acento en que la información genética obtenida, o al menos la que en el documental se deduce que obtuvieron, es muy pobre para llegar a conclusiones tan categóricas. «Este conjunto de datos no sería suficiente para establecer de manera inequívoca la relación padre-hijo entre Cristóbal y Hernando, ni tampoco para hacer una inferencia razonable (menos a nivel regional) sobre el origen geográfico del ADN de Colón. Desde cualquier ángulo que se mire, el alcance de estas pruebas genéticas parece ser extremadamente limitado», recalca.
Por esto, para el genetista es «crucial que los resultados se publiquen lo antes posible», porque no hay riesgo de que alguien «robe» las ideas o las muestras, ya que «solo los autores tienen acceso al material biológico». Mientras eso no se produzca «solo queda un mar de dudas» y no se puede hacer una valoración.