La Iglesia francesa ocultó que el abate Pierre era «un enfermo» con las mujeres

Enric Bonet PARÍS / COLPISA

SOCIEDAD

El abate Pierre en una imagen de archivo de su participación en un programa de televisión
El abate Pierre en una imagen de archivo de su participación en un programa de televisión

Al menos algunos obispos sabían que era un depredador sexual y lo toleraron durante más de medio siglo

14 oct 2024 . Actualizado a las 20:56 h.

Los archivos de la Iglesia francesa describen al abate Pierre, fundador de los conocidos traperos de Emau, como «un enfermo mental» por sus abusos sexuales, que este año han salido a la luz tras años de silencio. Este comentario aparece en una carta de 1964 del secretario general del episcopado galo en que lamenta que el conocido religioso «pierde el control de sí mismo, sobre todo tras el éxito de sus libros». En esa misiva también reconoce que «mujeres jóvenes quedaron marcadas de por vida» a causa de las agresiones del abate Pierre, una de las figuras más relevantes en Francia durante la segunda mitad del siglo XX debido a su actividad caritativa en defensa de las personas sintecho y cuya figura ha comenzado ahora a ser revisada

Los abusos sexuales del abate Pierre, fallecido en 2007, estuvieron silenciados durante décadas y no salieron a la luz hasta julio de este año, tras la publicación de un informe por parte de Emaús y la Fundación Abbé Pierre —ambas fundadas por el exdiputado y religioso—. Al menos 24 mujeres lo acusan de toquetear sus pechos, besarlas de manera forzada o violarlas bucalmente. La mayoría de sus víctimas eran mayores de edad, pero entre ellas también había adolescentes de 17 y 15 años o incluso una niña de 9.

El estamento eclesiástico galo decidió a mediados de septiembre abrir al público sus archivos relacionados con este religioso. La Agencia France-Presse pudo consultarlos recientemente. Confirman, de hecho, lo que reconoció el mes pasado el arzobispo Éric de Moulins-Beaufort, presidente de la conferencia episcopal de Francia: «Al menos algunos obispos» estaban al corriente «desde 1955-57» del «grave comportamiento» de Henri Grouès (verdadero nombre del abate) «con las mujeres».

«¿Resulta oportuno que esta persona sea venerada de esta manera?», se preguntaba en 1959 el obispo de Besançon, cuyo testimonio aparece en los archivos. La preocupación entonces en el seno de la Iglesia resultaba una mezcla entre el temor de que se supiera que un religioso famoso no respetaba el celibato y la gravedad de los abusos cometidos. Además de la carta de 1964 en que lo describían como un «enfermo mental», en otros de los archivos (con un total de 216 documentos) se habla de «accidentes», «miserias morales», «hechos reprensibles» y de un «estado anormal».

Varias mujeres se quejaron del comportamiento del abate a mediados de los cincuenta durante un viaje a Estados Unidos. Lo mismo ocurrió unos años después en una gira por Canadá. Esas informaciones llegaron hasta el Vaticano. Como sucedía en esa época, la Iglesia francesa reaccionó haciendo que Henri Grouès consultara a un psiquiatra en Suiza, donde lo sometieron a electrochoques para calmar sus pulsiones sexuales.

Medio siglo de agresiones

Tras la salida de Pierre de ese internado psiquiátrico, uno de los miembros de la dirección del episcopado, según los archivos, sostenía que, si el abate era una persona imposible de curar, debían encontrarle «una clínica o un asilo donde pasara el resto de su vida». Incluso recomendaba que lo mandaran «a un país desnutrido, un hospital exótico o a un pueblo de leprosos». Como medidas disuasorias, le pusieron a un acompañante y le prohibieron que se confesara. Eso no impidió, sin embargo, que continuara con sus actividades caritativas y que se convirtiera en la personalidad preferida de los franceses. Y al mismo tiempo agrediera a otras mujeres hasta el año 2000.

Aunque muchos estaban al corriente de ello, el velo del silencio permaneció tras su muerte en 2007. Uno de sus sobrinos reconoció la semana pasada en una entrevista radiofónica que toda la familia sabía que tenía una sexualidad «problemática». «Mi madre le dijo que siguiera una terapia de psicoanálisis para resolver sus problemas, pero nunca quiso», explicó Guy Tuscher, de 71 años. Pese a esa mala reputación, siguieron venerándolo. Hasta el punto de que pocos meses antes de la revelación mediática de sus abusos, estrenaron en Francia la película biográfica El ángel de los pobres —con un punto de vista elogioso—, cuyo estreno en España está previsto para el 8 de noviembre.

El abate Pierre era «un personaje tan mítico y con una aureola de santo que no tuve la valentía de denunciarlo», reconoció Pascale, de 53 años, quien fue agredida sexualmente por el religioso cuando tenía 22. «Todos ellos estuvieron al corriente durante años (…), pero continuaron dejándolo solo cuando se entrevistaba con mujeres. Sabían que era un depredador, pero lo dejaban solo», denunció la primera de las víctimas en comparecer ante las cámaras en declaraciones al digital Mediapart. En ese mismo programa, Caroline de Haas, del gabinete Egaé al que la Fundación Abbé Pierre pidió la investigación interna, afirmó que «estoy convencida de que estos 24 casos no son representativos de lo que hizo. Hubo muchos más».