El alegato final de la abogada de Dominique Pelicot: «Me he convertido en la defensora del diablo»

La Voz

SOCIEDAD

Beatrice Zavarro, la abogada de Dominique Pelicot.
Beatrice Zavarro, la abogada de Dominique Pelicot. YOAN VALAT | EFE

«Muy a mi pesar, me he convertido en la abogada del diablo». Así arrancó este miércoles, a 23 días de que se conozca la sentencia, su alegato final la defensora de Dominique Pelicot, Béatrice Zavarro. «Pero sin los otros, mi cliente no sería nada», añadió. Se refiere a los otros 50 acusados que, sin replicar, accedieron a violar a Gisèle Pelicot en estado de inconsciencia. Contactaba con ellos a través de una web en la que les ofrecía acudir a su domicilio para practicar sexo con él y con su esposa, pero llamó al foro en el que iniciaba las conversaciones «Sin que ella lo sepa» y antes de estos encuentros drogaba a su mujer con altas dosis de ansiolíticos para que permaneciese dormida. Lo grabó todo. La policía encontró en su ordenador más de 20.000 archivos visuales.

En las cerca de 200 agresiones sexuales que estas imágenes documentan, los investigadores pudieron identificar a medio centenar de hombres que se enfrentan a penas de entre cuatro y 20 años de prisión. La más elevada —la máxima por violación en Francia— ha sido solicitada para Dominique, instigador y perpetrador, y la más baja, para Joseph C., de 69 años, al no poderse constatar penetración en los abusos cometidos. Jean-Pierre Maréchal, el único que no agredió a Gisèle, podría recibir una condena de 17 años por replicar los métodos de Dominique con su mujer, drogada y violada varias veces por ambos. La fiscala del tribunal penal de Aviñón Laure Chabaud pidió durante su requisitoria una «concienciación real y profunda sobre la noción de consentimiento» no solo para los acusados, también para toda la sociedad. Este fue precisamente el eje de su argumentación: los procesados jamás tuvieron el permiso de la víctima para hacer lo que hicieron, ni siquiera lo pidieron. Antes de terminar, interpeló al presidente del Tribunal, Roger Arata, para que de nunca más se califique una violación de «ordinaria» o «involuntaria», como así la definieron las defensas de varios de los acusados.

«Busco cómplice perverso»

Por su parte, la letrada de Dominique Pelicot expuso que, tal y como había mencionado Gisèle, su cliente tenía «numerosas necesidades sexuales que ella rechazaba». «Encontró la solución», observó. Lo hizo ofreciendo a desconocidos mantener relaciones con su esposa a través de un mensaje que confirman, además de Dominique, el par de hombres que rechazaron su propuesta: «Busco cómplice perverso para abusar de mi mujer dormida».

Zavarro rechazó así que el principal imputado de la causa sea un mentiroso, un manipulador e incluso un monstruo. «Sigue siendo un humano», defendió ante los medios la víspera de su último alegato. Su intención, dijo, nunca fue blanquear a su cliente, sino exponer qué le llevó a convertirse en una persona capaz de llevar a cabo actos «inimaginables, abyectos y repugnantes».