Ibai Llanos y El Xokas sufren para terminar la etapa rompepiernas entre O Cebreiro y Triacastela: «Los tres últimos kilómetros han sido siete»

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

Ibai y El Xokas, tras su llegada a Triacastela
Ibai y El Xokas, tras su llegada a Triacastela YOUTUBE: @IbaiLlanos

Los «streamers» piden empatía a los usuarios de redes sociales ante el reto que supone para Ibai la caminata: «El que diga que andar 30-40 kilómetros al día no es una barbaridad, es un gilipollas»

01 dic 2024 . Actualizado a las 13:52 h.

La primera etapa íntegramente en Galicia del Camino Francés tiene merecidísima fama como una de las más «rompepiernas» del trayecto hacia Santiago de Compostela. Cualquiera que haya hecho la ruta lo sabe muy bien. Tras una subida tan extrema como la de O Cebreiro, es muy atrayente ver la gran bajada de 22 kilómetros hacia Triacastela como una bendición. Pero muy pronto se descubre el error. Y los streamers Ibai Llanos y El Xokas lo acaban de sufrir en sus propias carnes. 

La etapa que termina en Triacastela, la segunda del viaje de los creadores de contenido hacia la capital de Galicia, recompensa, eso sí, con unas impresionantes vistas de Os Ancares, en el que quizás sea uno de los tramos más bellos paisajísticamente. El Xokas aprovecha los primeros momentos para disfrutar de la vida contemplativa. Pero Ibai descubre muy pronto su estrategia. «Cada vez que ve un paisaje bonito se para para descansar», ironiza. De poco le va a servir.

Al menos, los dos streamers han conseguido, por fin, esos palos de senderismo que se les habían olvidado el día anterior. Son esenciales para un gran descenso por terreno pedregoso que les va a cargar los gemelos. «Van a llorar luego, se las dan de machitos y ya verán», dice el preparador físico de Ibai. Y no se equivoca. Aunque posiblemente él tiene parte de la culpa cuando se refiere a dos importantes subidas que se van a encontrar en la etapa, la del Alto de San Roque y la del Alto do Poio, como simples «repechitos». A lo largo del camino, Vale irá cambiando poco a poco su versión de esos ascensos, que se convertirán en la pesadilla de los dos famosos peregrinos.

Ibai y El Xokas, aunque aún acaban de empezar, ya tienen la vista puesta en Santiago, adonde llegarán el próximo día 4 de diciembre si todo va bien, o incluso en el pos-Camino, y ya anticipan que van a «tener un bajón» cuando terminen. Valoran el hecho de poder estar al margen de las redes sociales y de los móviles. «Aquí estamos viviendo de verdad», dice el lucense, que, spoiler, ya al final de la etapa sí revisará internet y se inflamará de lo lindo.

Pero para eso aún queda, porque los caminantes todavía tendrán que superar una veintena de duros kilómetros hacia su destino. En la localidad de Liñares, en un bar no son nada optimistas, especialmente con El Xokas. «No llega, te digo yo que no llega», dice una mujer crítica con su forma de caminar. Pero al lucense por un oído le entra y por el otro le sale cuando Ibai le dice que le han dado un palo gratuito, así como si nada. «Eso dicen todas», contesta con su socarronería marca de la casa, y autodenominando su forma física de «cuerpo áureo».

«Lo que para ti es un logro histórico, para mí es domingo», le dice El Xokas a Ibai con su habitual falta de humildad. Pero luego ya, apartado de su colega, no dejará de echarle elogios por la decisión que ha tomado al enfrentarse al reto del Camino de Santiago. «Estoy muy orgulloso de él, aunque no se lo digo porque no le quiero inflar más el ego», confiesa emocionado. Y explica que, al igual que él, el vasco ponía su apretada agenda como excusa recurrente para no hacer deporte. «Ahora ha dado el paso y le va a venir muy bien a largo plazo».

Una decisión que, además, califica de valiente. Sobre todo por el escrutinio constante en redes sociales. «Dar el paso, cuando eres tan famoso y sabes que mucha gente se va a reír de ti y te va a infravalorar, es algo de lo que estar orgulloso», indica El Xokas. Y kilómetros después va a descubrir lo acertadas que son sus palabras, cuando vuelva a encender el móvil para informarse de lo que pasa en redes.

Los kilómetros se van notando poco a poco. Lo primero es el dolor en la planta de los pies a los que se une una fatiga que se va acumulando a sus espaldas. No ayudan ni el Alto de San Roque ni, especialmente, el Alto do Poio, la mayor cumbre del Camino Francés en Galicia. «No me da ni el pulso», confiesa Ibai al llegar arriba. Pero con satisfacción. «Hace unos meses yo no podría haberlo hecho ni al 20 %», explica, «me costaba incluso subir escaleras».

Ya en el concello de Triacastela, al encuentro de Ibai y El Xokas llega la alcaldesa de la localidad, Olga Iglesias, que les informa de que en el pueblo ya los esperan. «Como haya una encerrona de Feijoo en Santiago esperando a Moisés. Como lleguemos ahí rollo Forest Gump», dice con retranca Ibai Llanos.

Con la regidora de la localidad está también su hijo, que confiesa que, aunque estudia en Lugo, se saltó el colegio para poder conocer a sus ídolos. Y tiene algo en común con El Xokas. Ambos comparten colegio, el FINGOI. «Con Israel [profesor de Historia] y todos estos que te jodían la vida», se cachondea el chaval, que revela que Joaquín Domínguez —que así se llama el streamer— «se portaba bien, pero era muy revoltoso».

Aquí ya ven su destino desde el alto de la montaña. Pero, aunque ya es todo cuesta abajo, sigue sin ser fácil. «Se quejan en subida, se quejan en bajada, se quejan en llano», dice el preparador físico de Ibai buscando encender más los ánimos de los streamers. El vasco hasta ya opta por la vía violenta. «Estoy tan cansado que tengo ganas de agredir, por mentiroso», valora sobre los datos erróneos que les dieron antes de la ruta sobre los kilómetros y las subidas pronunciadas a medio camino. 

Tras impresionarse con la edad del Castaño de Ramilárbore senlleira de más de 800 años. Ahora sí que ya quedan los últimos pasos hasta llegar a Triacastela. Atrás han dejado caminos de piedras y lodo, pacíficas vacas pastando, la inmensidad de O Courel y esas iglesias que, según ellos, parecen del videojuego Elden Ring.

Llegan a su destino «reventadísimos» y con las plantas de los pies «jodidísimas». «Los tres últimos kilómetros han sido siete», dice Ibai. Pero lo han conseguido. Ahora toca reponer fuerzas con una buena comida. El pulpo no puede faltar. Pero también se permiten un capricho con unas vieiras con salsa de pimiento. «Han llamado tres periódicos preguntando dónde se van a alojar», les dicen en el restaurante, uno de los pocos abiertos en esta época.

Pero al Xokas aún le queda un último disgusto. El lucense abre las redes sociales y descubre que su nombre es trending topic. Porque fue ese día cuando se desveló que era él quien acompañaría al streamer vasco. Y ya se encuentra, nada más mirar la tendencia, un tuit que le indigna profundamente. 

«160 km "en tan solo 8 etapas" sale a 20 km al día. Un adulto sano puede andar 30-40 km/día sin mucho esfuerzo», escribe un tuitero, que dice que «con esfuerzo y ejercicio, puedes reducir el tiempo que estás obligado a pasar con el Xokas a la mitad».

El Xokas no es de los de quedarse callado ante nada. «Una puta polla. "Sin mucho esfuerzo", vete a tomar por el culo», dice sin cortarse un pelo. «El que diga que andar 30-40 kilómetros al día no es una barbaridad, es un gilipollas», y su preparador físico le da la razón: «A la mayoría de la población le haces pasar 20 kilómetros y la matas». El streamer lucense invita al usuario en cuestión a tener más empatía ante el esfuerzo de los demás. «Abre los ojos y sal de la Matrix», le recomienda, además de dejar de «ningunear el trabajo de los demás».

Ibai, siempre más diplomático en estas cosas, se defiende sin arremeter contra el usuario. «Hace seis meses pesaba 150 kilos», indica, «no es que no los podía hacer, es que no me los podía ni plantear».

Tras una sesión con un tarotista brasileño que reside en Galicia, Pedro, los dos streamers, agotados hasta la extenuación, se despiden hasta el día siguiente. «Necesitamos ánimo en los comentarios», piden. Les hará falta.