Ibai y El Xokas se desvían del Camino para visitar el barrio natal del gallego: «Esto lo hago por toda la gente de Lugo»
SOCIEDAD
Los «streamers» acumulan cada vez más cansancio y dolores en las piernas en la etapa entre Sarria y Portomarín, y aprovechan para hacer una escapada rápida al CEIP Rosalía de Castro en la capital de la provincia
03 dic 2024 . Actualizado a las 17:37 h.Los streamers Ibai Llanos y El Xokas continúan su Camino de Santiago con los kilómetros acumulándose en sus piernas en forma de dolor en los pies y carga en los gemelos. Hoy les ha tocado una de las etapas más recorridas por los peregrinos, la que garantiza el mínimo de 100 kilómetros para la Compostela y donde muchos empiezan su peregrinación. El tramo entre Sarria y Portomarín. Más larga aún que las anteriores —22 kilómetros—, pero también con muchos menos cuestas rompepiernas que el resto de etapas. Y, además, la que más los acerca a la ciudad natal de Joaquín Domínguez. De ahí que Ibai decidiera darle una sorpresa al Xokas con una emotiva escapada a su barrio natal.
Pero vamos por partes. Primero, al principio. Empiezan tarde. Los seguidores de los famosos streamers en los hospedajes donde se quedan retrasan su salida diaria. «Anoche, cuando acabamos, había fácilmente 150 o 200 chavales esperando», cuenta Ibai, «y esta mañana también estaban». Entre fotos y autógrafos, su salida se retrasó a las 11 de la mañana, en vez de las 8 que ellos preveían. Pero no se quejan. «Te dan alegría, y además los chavales de Galicia son muy agradecidos», dice el creador de contenido vasco.
Tras ese hándicap derivado de la fama, el camino de los dos peregrinos comienza en la localidad de Sarria. Paso obligado por la esencial Peregrinoteca, subida por «las escaleras del Joker» y visita a la especial tienda de conchas de vieira para ataviarse como peregrinos de bien. También las manos de Mocho con las que los peregrinos agradecen a quienes les ayudan en el Camino. «Ni se compran ni se venden, solo se regalan», les dice un caminante que le da sendos obsequios a los dos streamers.
A partir de ahí, llega de nuevo el contacto con la naturaleza. Del robusto puente de piedra que cierra el pueblo pasan a una temblorosa pasarela con tablones para superar un pequeño regato. Y su camino continúa en bucólicos carreiros sin mucha dificultad aparente. Pero los 50 kilómetros que se han dejado atrás dejan una herencia irrecuperable en todo su cuerpo. Ibai ya tiene durezas en los pies. «Tengo las piernas que me queman», añade, «me duele desde la cintura hasta el pie». El Xokas sufre por un dolor en el gemelo que le obliga a parar a darse un masaje rápido.
Apenas a unos metros de ver el deseado mojón donde los kilómetros se reducen por fin a dos cifras, Ibai tiene un bajón. «Ahora mismo no estoy bien», dice sobre esta etapa crítica, en la que ya no hay ni «la excitación de acabar de empezar ni la adrenalina de estar a punto de llegar». Pero la señal que indica que ya solo quedan 100 kilómetros para poder sellar la Compostela les da un ánimo renovado. «Es el día que más orgulloso estoy de vosotros», les dice Valentín, el preparador físico y amigo de Ibai.
Entre momentos de desesperación por la longitud de la etapa, encuentran momentos para todo. Para una Velada del Año improvisada entre los dos preparadores físicos, Valentín y Moisés; para escuchar cómo va el partido entre el FC Barcelona y el UD Las Palmas —ganó el club canario por 1-2—; para caminar hacia atrás un rato para hacerle un homenaje al cámara, el sufridor David Arasa, o para picarse con unos turigrinos que acaban de empezar a su Camino en Sarria. «Yo la vida solo la entiendo compitiendo», dice Ibai, quisquilloso con los que no llevan tantos kilómetros a sus espaldas. Porque en esto del Camino también hay clases.
Pero ya va quedando menos para la preciosa Portomarín. El Xokas aprovecha para contar la historia de este enclave especial. El de un pueblo desplazado colina arriba tras la construcción del embalse de Belesar, que aún permite ver resurgir los restos de la villa original mientras la iglesia de San Nicolás, reconstruida piedra a piedra, los bendice aún hoy desde lo alto del outeiro. El nivel del pantano, de hecho, les permite comprobar el estado del pueblo antiguo.
Una vez allí, llega por supuesto el religioso momento de comer. Esta vez, pasta boloñesa y raxo. Ideales para reponer fuerzas.
Escapada al barrio del Xokas en Lugo
Pero aún queda la sorpresa más especial. Aunque después de un reparador sueño, claro. A la mañana siguiente, Ibai lleva al Xokas a su Lugo natal. Los dos streamers se pasean primero por el barrio del gallego. «Mis padres viven aquí, compraron un piso cuando les empezó a ir mejor», dice. Y se dan un garbeo alrededor del CEIP Rosalía de Castro, donde el lucense estudió Primaria antes de cambiar al Colexio Fingoi, reivindica. «Esto lo hago por toda la gente de Lugo, por los muchos de vosotros que habéis venido al Rosalía», reivindica El Xokas.
Enseguida le invaden los recuerdos de su infancia. De la época en el patio cubierto, primero jugando a los tazos y a los gogos con sus amigos, y después con la irrupción del Pokémon Rojo, a finales de los 90. «Nos metíamos siempre en aquella esquina a viciarnos», le señala a Ibai, «empezamos a escaquearnos de clase para ver quién había pillado a MewTwo, a Zapdos o a alguno de los legendarios». Y también, claro, las inevitables pachangas, en las que El Xokas reconoce que era de los que lanzaba trallazos.
Hay algo que, quizás, aún permanece ahí donde lo dejó al Xokas. Más bien donde le cayó. Un día, cuenta el streamer, salió del comedor y, mientras caminaba con su Game Boy, inspeccionaba la cartera donde llevaba los gogos, unas pequeñas figuras popularizadas en los años 90. «Al abrir la puerta del pabellón, me dio un balonazo en toda la cara». Y todas las figuras de colores cayeron por una rejilla que había en el suelo. «Nunca los pude recuperar», lamenta el lucense.
El streamer también quiso recordar su adolescencia. Pero esta vez en el parque Rosalía de Castro, donde pasaban los días. Y las noches. En un banco del fondo de la zona verde lucense pasaban la vida él y sus amigos. Rapeando, charlando, bebiendo. Y también socializando. Todo el mundo iba allí. «Daba igual que fueras de punta en blanca, todos acabábamos aquí», dice.
Entre esas personas, la chica que protagonizó uno de los clips más virales del Xokas. «La quería tanto... que daba igual, porque cinco minutos con ella significaban 10 horas con cualquier otra», se había emocionado contando su ruptura más dolorosa, con la que había sido el amor de su vida y en la que considera su etapa de mayor vulnerabilidad.
El Xokas reconoce que ella también iba a este parque lucense. «Se ponían en los bancos de allá», indica en la serie del Camino de Santiago. Pero en aquella época aún no eran conscientes el uno del otro. Empezaron después. «Cuando nos conocimos, no veníamos tanto a lugares públicos, íbamos más a la intimidad», le confiesa a Ibai.
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«Aquí me he pasado toda mi juventud», dice con añoranza El Xokas, antes de volver con Ibai hacia Portomarín para comenzar una nueva etapa hacia Santiago.