La imagen más icónica de Marilyn Monroe cumple 70 años: así se rodó la escena del vestido de «La tentación vive arriba»

SOCIEDAD

Miles de espectadores vitoreando a la actriz dejaron el metraje inservible. Hubo que repetirlo todo en un decorado y se necesitaron 40 tomas para una de las secuencias más famosas del cine
02 jun 2025 . Actualizado a las 13:42 h.Billy Wilder nunca estuvo satisfecho con ella, el rodaje se convirtió en un infierno, no tuvo nominaciones a los Óscar y sin embargo, recaudó varios millones de dólares y dejó una escena que se ha convertido en un icono pop: la de Marilyn Monroe vestida de blanco sobre los conductos de ventilación del metro. Este martes se cumplirán 70 años del estreno de La tentación vive arriba, la historia de un cuarentón que se queda de rodríguez un verano en Nueva York mientras su atractiva vecina le hace replantearse su fidelidad.
Este domingo, Marilyn habría cumplido 99 años. Su imagen está unida a dos vestidos: con el que cantó cumpleaños feliz a JFK (y que Kim Kardashian destrozó en una MET gala) y este, el vestido blanco de La tentación vive arriba. Y sin embargo, el rodaje se convirtió en una auténtica pesadilla. Primero, porque Billy Wilder decidió grabar la escena en el centro de Nueva York.
La localización escogida fue la esquina de Lexington y la calle 52. A la 1 de la madrugada, aquello era un circo. Cientos de fotógrafos y 5.000 espectadores abarrotaban el lugar. Obviamente, la situación dificultaba el trabajo del equipo técnico pero es que además Marilyn Monroe tuvo que repetir las frase sobre la brisa (más bien olvidaba una y otra vez sus líneas) entre los gritos y los silbidos de los hombres que estaban observándola como a un trozo de carne y que interrumpían continuamente la grabación.
Joe DiMaggio, por aquel entonces su marido, presenció la escena. El columnista Walter Winchell lo arrastró desde el lugar en el que estaba tomándose una copa hasta la esquina de Lexington con la 52, lo que al parecer desató un episodio de violencia machista: al día siguiente, el equipo de maquillaje tuvo que cubrir los moratones que tenía Marilyn Monroe, que pocos meses después pidió el divorcio alegando violencia psicológica.
Y el metraje no servía. Los continuos silbidos y exabruptos lo dejaron inútil, así que hubo que repetirlo todo, aunque esta vez la famosa calle de Nueva York fue recreada en los estudios de la Fox en Los Angeles. Pero las cosas no fueron más sencillas. La actriz, que estaba pasando por un episodio depresivo, necesitó 40 tomas.
La secuencia se convirtió en un icono y permanece hoy intacta en el imaginario colectivo. La idea fue del director de fotografía, Sam Shaw, que se inspiró en una instantánea que en 1940 había tomado en Coney Island: el viento levantaba la falda de una joven mientras varios hombres posaban junto a ella. Hay otro antecedente más antiguo, concretamente de 1901. En el corto What Happened on Twenty-third Street, New York City, el aire que expulsa una rejilla de ventilación levanta la falda de una mujer.
Aunque ha pasado a ser un clásico, La tentación vive arriba fue una continua disputa. Billy Wilder quería rodar en blanco y negro, pero el contrato con Monroe obligaba a utilizar el color, porque ella consideraba que salía más favorecida. La depresión por la que estaba pasando dificultó también la producción: llegaba tarde, se le olvidaban las líneas... Y el rodaje se alargó, multiplicando el presupuesto.

Además, Wilder se quejó de que la censura hubiese metido las manos en el filme, impidiendo que se produjese la infidelidad. De ella dijo que se trata de «una película sobre nada debido a que una película debería ser hecha sin censura... a menos que el marido, solo en Nueva York mientras la esposa y su hijo se van de veraneo, tenga una aventura con una chica, no hay nada. Pero no podías hacer eso en aquellos días, de modo que estaba con una camisa de fuerza. Simplemente no salió ni un poco, y no hay nada que pueda decir excepto que desearía no haberla hecho. Ahora desearía tener los derechos».
A pesar de que Norma Jean siempre quiso huir del mito, La tentación vive arriba solo contribuyó a amplificar su imagen de símbolo sexual y, de hecho, el vestido con el que se rodó la escena ha pasado a ser parte indisoluble del mito. La pieza, un vestido tipo cóctel de color marfil, con escote halter y falda plisada, fue diseñado por William Travilla, que lo definió como el «vestidito tonto».
Y sin embargo, con el paso de los años se ha convertido en una de las piezas más preciadas de su colección. Pasó décadas escondido, pero en 1990, tras su muerte, la pieza fue a parar a manos de la actriz Debbie Reynolds. En el año 2011 fue subastado por unos cinco millones de dólares. Y eso que hay voces que apuntan a que el famoso vestido no fue confeccionado por el diseñador, sino que lo compró ya terminado, un extremo que él siempre negó.
En cualquier caso, Travilla buscaba un tejido que pesase lo suficiente como para que se balancease con el caminar de la actriz, que en la secuencia abandona el cine con Richard Sherman (interpretado por Tom Ewell, que fue escogido por tener una cara anodina y que acabaría ganando un Globo de Oro por su papel) tras ver una película de terror. Pero la tela —crepé de rayón en color marfil— debía ser al mismo tiempo lo suficientemente ligera como para levantarse y dejar al descubierto las piernas de la actriz cuando los ventiladores se ponían en marcha.
Más de una decena de veces hubo que encenderlos para levantar el vestido ante el revuelo de los que se dieron cita en la esquina de Lexington con la 52, ya que el director de La tentación vive arriba se dio cuenta de que la potencia de la rejilla de ventilación del metro no era suficiente como para hacer volar la falda plisada. «Refresca los tobillos, ¿verdad?», dice Ewell a continuación. La censura se encargó de que solo se mostrasen las piernas de la Marilyn Monroe, aunque el momento fue inmortalizado por los mas de cien fotógrafos que se dieron cita durante el rodaje de la escena.