Con el cambio climático y la globalización, cada vez son más las plagas que amenazan a la agricultura y cada vez menos los métodos de los agricultores para combatirlas
La colza guatemalteca, la Cydalima Perspectalis o la Trioza Erythreae son nombres que ya no suenan a chino. Porque estas plagas, que hasta hace unos años eran impensables en Galicia, han llegado para quedarse. Y lo peor es que no son las únicas. «Hay preocupación a nivel mundial por una bacteria que entró hace unos años en Italia y destruyó todos los olivos del sur. Hace poco fue detectada ya en Baleares y el Levante», explica Cristina Cabaleiro, profesora del departamento de Producción Vegetal y Proyectos de Ingeniería de la Politécnica de Lugo. Es la Xylella Fastidiosa, que ataca a olivos, almendros y viñedo, entre otros. La globalización y el cambio climático están logrando que enfermedades y bacterias se propaguen por el mundo, sin que mucho se pueda hacer por evitarlo. Y el problema es que los agricultores cada vez cuentan con menos medios para atacarlos, por las restricciones que se le imponen a los productos fitosanitarios. «El problema es que te quedas sin armas para luchar», insiste Cabaleiro, quien reclama más fondos para investigación.
A nivel mundial existe preocupación por una bacteria que mató los olivos de Italia «Además de las granizadas y las heladas, ahora hay que luchar contra las plagas, y encima con menos productos porque han reducido la lista de fitosanitarios», argumenta esta profesora. Eso convierte a la investigación en la única arma de los agricultores. «Hay que buscar variedades más resistentes y hay mucho que investigar, pero el problema es que cada vez hay menos fondos y que la investigación lleva mucho tiempo», añade. Lo cierto es que el problema ya está ahí y ha venido para quedarse. Porque, a pesar de los esfuerzos de las distintas administraciones por frenar el avance de plagas como la colza guatemalteca, que afecta a la patata, o de la psila africana, que mata los frutales, estas dos plagas se han instalado ya en la comunidad. «La gente es muy incívica y cuando va de viaje se traen lo que sea. Eso es muy peligroso», explica. Es la globalización, que está afectando también a las plagas. «La gente no es consciente de que no se puede llevar un kilo de patatas a otra zona o de que no puede traer un esqueje de un árbol», insiste.
A esto hay que sumarle otro problema: el cambio climático. «No ayuda. Ya no hay inviernos fríos y el verano dura hasta mediados de noviembre. Antes, en octubre venía una buena helada y mataba todo», explica. Esto ya no sucede y, además, estos cambios en la climatología están provocando que insectos de los considerados buenos, que antes ayudaban a controlar las plagas, desaparezcan porque hace demasiado calor para ellos. «Todo afecta. El cambio climático afecta a las plagas y a las enfermedades y la protección de los cultivos se está complicando», insiste.
Plagas que vienen
En la Politécnica de Lugo llevan mucho tiempo estudiando las plagas que podrían llegar a Galicia. Y lo cierto es que «muchas de las preveíamos que iban a llegar, llegaron», asegura Cabaleiro. Es el caso de la Drosophila Suzukki, también conocida como la mosca de las alas manchadas. Este insecto afecta, principalmente, al arándano. Acabar con ella «está siendo muy complicado porque son plagas para las que no estamos preparados, no tenemos productos legales para tratarlas», explica Cabaleiro. Otra de esas plagas que ha llegado para quedarse es la Trioza Erythreae, más conocida como la Psila africana, que afecta principalmente a los cítricos. «Lo que hasta ahora se ha detectado en Galicia es el bicho, el insecto que transmite la enfermedad, pero no la bacteria en sí», relata. El problema, ahora, podría venir porque alguien introduzca en la comunidad una planta infectada. Como ya hay bichos que pueden transmitirla, la enfermedad se extendería sin remedio. «Solo el insecto hace mucho daño porque deforma el árbol por completo. Por fortuna, los cítricos en Galicia no son una producción comercial, si lo fueran esto sería un desastre», sostiene. Otros ejemplos son la colza guatemalteca que, en principio, podría estar controlada, o la Cydalima Perspectalis, que está matando todo el boj.
Pero todavía hay más. Porque hay plagas que aún no han llegado a Galicia, pero cuya presencia se podría convertir en una desgracia para determinados cultivos. Es el caso de la Xylella Fastidiosa, una bacteria que entró en Europa a través de Italia y que barrió a los olivos centenarios del sur. Se transmite mediante un insecto y ya ha sido detectada en Baleares y otros puntos del Levante, además de en algunas plantas silvestres en Portugal. Eso hace temer que la comunidad gallega será su próxima parada. «Igual ya la tenemos, porque si está en Portugal», explica Cabaleiro. «Viene de América, quizás en especies ornamentales, que no se analizan tanto como otros cultivos. Es una bacteria que afecta a muchos cultivos y que puede estar en variedades silvestres», añade. La vid, el olivo o los almendros son sus favoritos y, por ahora, parece que lo único que la frena son los productos de cobre. «Pero estamos intentando reducir su uso porque es un metal pesado», asegura la profesora. De ahí que el problema tenga difícil solución. Cada vez son más las plagas, cada vez menos los insecticidas.