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Un recorrido por la historia del vino

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

SOMOS AGRO

El Museo do Viño de Galicia suma más de un millar de visitas desde su apertura

25 ago 2019 . Actualizado a las 13:07 h.

Hace exactamente treinta y siete días desde que el Museo do Viño de Galicia, primero en su especie, abrió sus puertas por primera vez. Fue el 19 de julio. Desde entonces, un total de 1.007 personas han visitado las instalaciones de lo que puede considerarse una enciclopedia del vino de la zona. Turistas llegados de distintos puntos de España, Alemania, Venezuela, Argentina, Argelia, Omán, Rusia, Francia o Estados Unidos pasearon las salas del museo.

Está enclavado en un edificio que nació para producir vino. Se trata de la granja de San Martín Pinario construida en el siglo XI y ampliada a través de los años hasta terminar de convertirse en las dimensiones que vemos hoy, en el siglo XVIII. Fue, a lo largo de siete siglos, una delegación de la curia compostelana para tener su producción de vino inagotable situada concreta y únicamente en el Ribeiro. Un lugar rodeado de viñedo por los cuatro costados, que procesó una gran cantidad de caldos hasta que terminó convirtiéndose en una casa rectoral, la de Santo André de Camporredondo, de la cual recibe el nombre la localidad en la que se sitúa, dentro del concello de Ribadavia. El museo permite la posibilidad de descubrir la historia completa de nuestros vinos. Desde las características de la tierra en la que nacen las uvas hasta los olores peculiares en cada variedad de ellas, pasando por la evolución de las técnicas empleadas para la vendimia o los distintos oficios ligados a este sector. «El vino es el resultado de unas determinadas condiciones climáticas, un tipo de vid concreto y el suelo. Estos tres factores definen su esencia». Así lo explica César Llana, director del espacio. Puede que esta sea la explicación a que el vino de Galicia conforme gran parte del mejor de España y se encuentre dentro de los mejores del mundo.

El museo está dividido en tres plantas. La principal explica la historia del vino en Galicia mediante la exposición. A través de un recorrido circular por cuatro salas se ponen de manifiesto el origen y la forma de los caldos gallegos, teniendo en cuenta a las cinco Denominaciones de Origen: Valdeorras, Ribeira Sacra, Ribeiro, Monterrei y, la única que no toca Ourense, Rías Baixas. En el primer habitáculo se profundiza en el paisaje de viñedos y en el territorio agrícola desde la Edad Media. En la segunda, se habla de los viñedos, de la importancia del perfil edafológico concreto de cada D.O., es decir, el visitante se encuentra con una muestra de terruño extraída de la geografía de cada una de las cinco denominaciones. En la tercera se sitúan en el mapa las zonas geográficas gallegas y se ilustra su patrimonio. Y la cuarta se corresponde con un espacio dedicado a la comarca vinícola Ribeiro.

Tras el piso principal, llegamos a una entreplanta que está destinada a la realización de talleres con el alumnado de distintos colegios. Al bajar un altar más se llega a la planta funcional. En ella se encuentran la nave de piedra sobre la que funcionaron los lagares. Llegaron a ser cinco en su momento, pero actualmente solo ha sido posible mantener uno gracias a la reconstrucción de las piezas de madera que hacen posible su funcionamiento. Todo ello se explica al visitante gracias a un moderno audiovisual que imita con luz el antiguo proceso del lagar. En el mismo piso se habla de los oficios relacionados con el mundo del vino y de algunas de las figuras más relevantes: Manuel Almuíña como el último toneleiro o los hermanos Fariñas en el caso de los cubeiros.

El corazón del museo se encuentra en la planta más baja: la bodega de Santo André. La forman dos galerías en las que se completaba el proceso de vinificación y de conservación de los vinos que más tarde saldrían hacia Compostela. Está excavada en roca, una de sus mayores peculiaridades, algo que se ve ensalzado por los arcos que la cubren y una luz natural mínima que crea mucho mejor el ambiente propicio para pasearla mientras la imaginación viaja al momento de su máxima utilidad hace seiscientos o setecientos años. Un lugar mágico, cargado de humedad y de olor a recuerdos vinícolas.

«Sentimos que a la gente les gusta y eso se nota en la afluencia»

El Museo do Viño de Galicia abre los jueves por la mañana y de viernes a domingo en horario de mañana y de tarde, de 10.00 a 14.30 horas y de 17.00 a 20.30 horas. Aunque su acceso es gratuito siempre, a lo largo de los viernes que quedan de agosto y los de septiembre, desde el Concello de Ribadavia organizan una visita guiada que incluye el transporte en autobús desde el centro del municipio. En ella, se podrán conocer de forma pormenorizada los espacios del museo, así como se disfrutará de una prueba de un vino apoyada en el comentario de un enólogo especializado. «Lo que queremos es que sea una actividad sencilla y dinámica con el fin de llevar a cabo una divulgación de los vinos gallegos a la vez que facilitamos a las visitas que disfruten de ellos». De esta forma lo explica César Llana, director del Museo do Viño de Galicia, que acumula años de experiencia al frente del Museo Etnolóxico de Ribadavia.

«Hasta el momento sentimos que a la gente le gusta y eso se nota en la afluencia de personas, un dato que es elevando en cada día de apertura», añade. Como en todo, todavía existen fallos a solventar. «Hay pequeños errores en cuestiones audiovisuales o técnicas que intentamos solucionar al momento», añade Llana. También falta un aparcamiento, «trabajamos en ello», y una ampliación de la señalización hasta él para facilitar a los turistas, especialmente extranjeros, la correcta llegada a su localización.

La instalación mezcla de forma equilibrada la tradición con la modernidad, no se puede olvidar que se trata de un edificio del siglo XI que alberga una amplia muestra apoyada en los sistemas de tecnología más modernos con distintas actividades manuales, audiovisuales e incluso olfativas, para permitir conocer en profundidad la historia del vino de la tierra gallega. Algo que tiende a avanzar más y más hacia la innovación tecnológica: «En pocas semanas complementaremos los paneles con una aplicación, descargable en cualquier tipo de móvil, en la que aportará información extra y didáctica. Además, facilitará rutas con las que conocer, fuera del museo, el patrimonio ligado a este sector en Galicia», cuenta.