
Martín Rego reconvirtió su granja Portobello, en Mañón
10 ene 2021 . Actualizado a las 21:33 h.Martín Rego Baamonde, ganadero de Grañas do Sor, reconoce que ninguna de sus 22 vacas tiene nombre. Su madre, acostumbrada a bautizar a cada animal, le afea este desliz. Pero Martín conoce a todas las reses. Hace cinco años que decidió reconvertir su granja, Portobello: «Deixei o leite porque estou nunha esquina e para que me viñeran buscar a produción víame apurado; ás empresas non lles interesa a calidade, aínda que digan o contrario». A mayores, la explotación láctea acarreaba obligaciones que no tiene con las 22 vacas de la raza Aberdeen Angus, para la producción de carne.
Este granjero mañonés alimenta su cabaña de pasto, con una hectárea de terreno por cabeza. «Aquí é pastoreo día e noite, sempre están fóra, e cando non hai pasto doulles silo de herba», explica. Esta raza es originaria de Escocia, aunque Martín compró sus ejemplares en Irlanda, y no se resiente por las bajas temperaturas de estos días. «Son tranquilas, dóciles, aínda que o contacto con elas é moito menor que coas de leite, só dúas veces ao día», detalla. La pandemia le sorprendió cuando empezaba a introducirse en el mercado de la carne: «En xaneiro vendín o primeiro, e seguín en marzo. Despois, case nada. Teño animais que me están tendo un custe alto, pero non hai compra, as carnicerías non moven esta carne porque non é o que se busca para consumir nas casas, e a restauración está moi parada», constata. La carne de Aberdeen Angus se distingue «pola infiltración, a tenrura e o sabor» y en los últimos años se ha colado en las cocinas gallegas y españolas, sobre todo en forma de hamburguesa. Este ganadero trabaja con un distribuidor que opera con el sector de la restauración (vende por todo el Estado y también a otros países), pero le gustaría comercializar directamente su producción, tanto a restaurantes como a particulares, para evitar a los intermediarios. De momento, está a la espera de que la situación sanitaria y socioeconómica mejore y de que su proyecto madure. «Unha cousa son os pensamentos e outra os feitos», repite.
En su explotación, las vacas viven en libertad, rodeadas de robles y abedules, felices, «con moita base territorial e pouca carga gandeira». Entiende que la alimentación y el método de cría repercuten en la calidad de la carne, como antes ocurría con la leche. Otra cosa, apunta, es que la industria lo valore -«non, os cebadeiros son os que marcan os prezos, e págase máis a quen leva 50 animais que ao gandeiro que leva dous de mellor calidade, é incomprensible»- y que el consumidor, «incluso o de máis poder adquisitivo», se conciencie de la importancia de lo que come y opte por productos de más calidad, aunque cuesten algo más.