
Un itinerario de nueve kilómetros pasa por algunos de los lugares más atractivos de O Courel Antiguas cabañas, árboles centenarios y cascadas se suceden entre los pueblos de Pedrafita y Seoane
22 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.?a ruta del río Pequeno es una de las que ofrecen mayor atractivo en la sierra de O Courel y es recomendable para cualquier época del año, aunque resulta especialmente vistosa en otoño. El camino -que antaño comunicaba varias localidades de la zona- arranca en el pueblo de Pedrafita do Courel, lugar de nacimiento del río Pequeno, y discurre paralelo a este cauce, por su margen izquierda, en todo su recorrido. En el primer kilómetro puede verse, a la derecha, cómo el río se nutre de varios manantiales que emergen de los prados. Más arriba se divisa el monte de A Travesa y su bosque de abedules. Acabado este tramo inicial, el camino lega a las Cabanas de Pedrafita, un conjunto de doce construcciones agrícolas de las que siete aún están en buen estado. Otros quinientos metros más adelante está el lugar de As Penelas, donde existió una cantera de pizarra. Siguiendo por el camino -que conserva tramos empedrados- pueden admirarse unos castaños centenarios de grandes dimensiones. Tras recorrer 2,5 kilómetros, el camino llega a Paderne, punto de partida de otras interesantes rutas. Pasado este pueblo, la ruta empieza a descender hacia el río, al que se llega después de andar otro kilómetro. Un puente de madera permite cruzar el arroyo de Miraz -tributario del Pequeno- en el lugar de Os Cangros. Unos treinta metros cauce abajo hay un pequeño salto de agua, en un lugar de marcada belleza. A cincuenta metros de la cascada se hallan las ruinas del molino de Barreiro. El camino se separa en este tramo del río Pequeno, que discurre encajonado entre paredes verticales de hasta treinta metros de altura. En ningún momento deja de oírse el rumor del agua que salta en toboganes de piedra y cascadas. Salto de agua espectacular En el kilómetro 4,5, el sendero baja hasta las cercanías del río en el lugar de Ervellegas. Un canal de regadío permite acceder desde allí a la vieja central eléctrica de Miraz, ubicada a unos cien metros, que funcionó hasta 1965. Continuando la caminata, unos doscientos metros más adelante, puede verse cómo el río Pequeno forma la cascada del Pozo da Grada, de más de veinte metros de altura. Para admirar este salto de agua hay que salir del sendero y bajar por un prado hasta llegar a su pie. La ruta sigue hasta llegar a las Cabanas da Caseliña, un vistoso conjunto etnográfico de quince construcciones tradicionales, hoy abandonadas. Al cabo de otros trescientos metros, el camino cruza el arroyo de Redemuíños y sube hacia la aldea de Vilasivil. Al llegar a una bifurcación hay que tomar el camino de la derecha; el de la izquierda sube hasta dicha localidad. El ramal baja hasta un grupo de siete construcciones abandonadas, conocidas como Cabanas dos Corvos. La senda continúa después entre castaños y prados. A la derecha se divisa el río Pequeno y el gran bosque de encinas de Mercurín, en un paraje espectacular. Tras otro medio kilómetro de recorrido aparecen las Cabanas de Carballois, construidas en piedra caliza y rodeadas de castaños centenarios, que son sin duda las más interesantes de la ruta. Una vez rebasado este conjunto etnográfico y al cabo de otros quinientos metros, aparece la aldea de O Mazo, reducido a tres viviendas semirruinosas. De aquí parte un sendero que baja hasta la antigua ferrería de O Mazo o de Vilasivil; primero hay que pasar junto a la vieja vivienda de la ferrería y después se acccede a la antigua factoría -situada a orillas del río-, de la que sólo queda el depósito de agua, un canal y restos de muros. Una vez visitado el lugar hay que volver a las casas de O Mazo. Desde aquí sólo faltan unos seiscientos metros para llegar al término de la ruta, en Seoane do Courel. Este último tramo discurre entre prados a cierta distancia del río Pequeno, que corre pausadamente antes de entregar sus aguas al Lor.