La Praciña da Baiuca es una mincha. Tan diminuta, que más que plaza parece una salita de estar. Para estar sin moverse mucho, pues con levantarse de cualquiera de sus tres bancos ya casi está uno con un pie fuera de la plazuela. Es como si se dejasen olvidada una maqueta cuando se construyó Arteixo. No ofrece largos ni cortos paseos. Solo da descanso y mata la sed. Sus setenta metros cuadrados la convierten, probablemente, en la plaza más pequeña de Galicia.
La praciña da Baiuca no tiene estatua. No podría con ella. Ni con párking subterráneo; ni, mucho menos, con terrazas que dividan a sus vecinos. Le llega y sobra con tres robustos sauces, tres bancos de madera y una fuente de piedra en el medio y medio cuyo origen se desconoce. «Xa nos daba auga cando éramos pequenos», cuenta Manuel, un hombre del lugar que camina hacia los ochenta. Porque en Arteixo no hay nadie más viejo que esta plaza.
Anécdotas
A los de A Baiuca de toda la vida les falta comérsela a besos. Es como una cazuelita de historias y anécdotas. Baldomero, que es del lugar y el hombre que más años lleva trabajando en el Concello, hincha el pecho con el bombín de la memoria: «De pequeño, cuando A Baiuca era solo un lugar de Arteixo, los que éramos de allí ya jugábamos alrededor de la fuente. No sabría decir cuántos años tiene». Lo que sí recuerda con cariño es el agua que manaba de esa fuente de piedra, «procedente del rico manantial de As Carballas», que es como decir de un vino que su cosecha es del setenta.
Esta plaza de suelo empedrado, situada a apenas cien metros del consistorio arteixán, fue bautizada como Praciña da Baiuca en 1994, tal y como recuerda Manuel Pose. Lo tiene muy fresco el ex alcalde, pues esta plaza la estrenó él nada más asumir el bastón de mando del Concello. Meses antes de auparse a la alcaldía, su antecesor la puso bonita y le cambió en nombre, pues hasta la fecha era conocida como plaza de la fuente. Desde los noventa, nada ha cambiado. Siempre fue lugar de descanso para los mayores del lugar y de arrumacos para alguna que otra pareja que busca la intimidad de lo pequeño.
Cambre
Para quienes la placiña los vio crecer, es, «probablemente», la plaza más pequeña de Galicia. O de Europa. Pero hay otras que compiten en tamaño y belleza, como la Poza do Convento, en Cambre. Empatan a metros cuadrados, solo que en el vecino Cambre, a su minúscula área de descanso se le dio la categoría de parque después de que el 1997 la Asociación de Amas de Casa de Cambre convirtiese un descampado en el que se vertía basura en un precioso recreo.
Cuando sí ganó de paliza la Poza do Convento fue el día de su inauguración. Si en A Baiuca no se abrió ni una botella de vino, en Cambre se vivió una puesta de largo de muchos quilates, con la presencia de dos ministros, la que entonces llevaba la cartera de Agricultura, Loyola de Palacio, y quien mandaba en Sanidad, Romay Beccaría.