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Una segadora que vale lo que un Seiscientos

m. ballesteros OLEIROS / LA VOZ

AGRICULTURA

24 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En Friol, municipio de Guitiriz, la llegada de la segadora Bertolini que compró el padre de Jesús Varela en el año 1968 fue una sensación. «Costaba más o menos lo que un Seiscientos y no era accesible para todos los vecinos porque el coste era muy alto», recuerda este empresario que todavía hoy se sube a este apero para cortar la hierba de una finca familiar en Perillo y de las tierras de su aldea lucense.

Por la Bertolini, que en Galicia la de los sesenta vino a sustituir a la guadaña, el padre de Varela pagó 117.000 pesetas (algo más de 700 euros), un dineral que sus hijos se encargaron rápido de amortizar. «Desde los 12 años hasta los veinte y pico, los veranos los pasaba trabajando para los vecinos. Venía de vacaciones y a lo mejor trabajaba 12 horas, pero era divertido», asegura Varela, quien con el dinero que sacaba con la Bertolini se financió el ocio en la adolescencia y algún que otro desplazamiento.

«Yo en ella iba hasta a las verbenas», recuerda este vecino, quien decidió que esta joyita de labranza, que no comenzó a sustituirse de forma generalizada hasta hace poco más de una década, merecía ser conocida y expuesta. «La gente sigue conservándolas aunque ya no las use, pero a veces las tiene abandonadas», explica Varela, que, tras terminar de segar su prado de Perillo, ha instalado la Bertolini en la Cantina de Narla, un restaurante de estilo rural ubicado en la rotonda de Espíritu Santo, en Sada, que regenta. La pieza podrá verse hasta el 4 de agosto y después volverá al campo, donde sigue teniendo trabajo que hacer.