Ribeira Sacra organizó cursos de iniciación a la cata de vino dentro de los actos promocionales para la candidatura a patrimonio de la Humanidad
26 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.La Ribeira Sacra pone fin a un año de numerosas iniciativas para intentar alcanzar la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Un reconocimiento que se merecería solamente por la belleza de sus valles y cañones sobre los ríos Miño y Sil, pero cuyos méritos se agrandan todavía más con las numerosas iglesias y monasterios repartidos por los más agrestes rincones de esas riberas sagradas. Y la principal actividad económica de la Ribeira Sacra, el vino, es precisamente lo que permite que el territorio siga habitado y, por lo tanto, cuidado. Sin el vino y los viticultores ya no existirían hoy las cuidadas viñas en esos bancales de verticalidad casi increíble, que estarían abandonadas e invadidas de maleza, perdiéndose ese gran atractivo para las visitas turísticas que son las viñas literalmente colgadas sobre los cañones.
El consejo regulador de los vinos de Ribeira Sacra es el ente que aglutina a todos los municipios de esta comarca, que abarca el sur de la provincia de Lugo y el norte de la de Ourense.
Y precisamente el consejo es uno de los organismos de la zona más implicados en la declaración de Patrimonio de la Humanidad, un título que aportará una gran proyección a nivel mundial. Una de las últimas iniciativas fue la organización de cursos de iniciación a la cata de vino para grupos de personas que nunca hubiesen tenido esa experiencia.
Además de aprender a catar, los cursos se convirtieron en una inmersión completa en el mundo del vino y una experiencia sensorial de la Ribeira Sacra. Para ello, los cursos de cata se impartieron en las propias bodegas, de tal manera que el aprendiz de enólogo pudo visitar la bodega, las viñas, y pasar varias horas con el bodeguero, que además de realizar el curso de cata junto a los alumnos, compartió con ellos algunos de los secretos de la viticultura.
Castro Caldelas
El primero de los cursos se celebró en la bodega de Jorge Feijoo, en el pueblo de A Abeleda, del municipio ourensano de A Teixeira. Una bodega pequeña, impulsada por un joven de la zona que decidió volver a vivir en donde nacieron sus antepasados e invertir en el terruño y en el precioso oficio de la enología que por algún motivo había heredado en sus genes. Los jóvenes que se quedan a seguir el oficio de sus padres o que incluso vuelven para dedicarse a la enología tras haberse marchado antes a la ciudad es uno de esos detalles que hablan por sí solos del buen futuro que le espera a la Ribeira Sacra.
El curso de cata lo impartió una enóloga oficial del consejo regulador, Ruth Fernández, que en este primer curso inició a un grupo de quince alumnos en sus primeras sensaciones gustativas y olfativas.
Esta primera jornada formativa consistió en una explicación teórica inicial sobre los vinos de Ribeira Sacra, la zona en donde se producen y las características organolépticas que tienen por proceder las uvas de esa tierra, así como las reglamentaciones técnicas y legales que se deben cumplir para estar amparado por el consejo regulador y disponer de una etiqueta que legaliza a esos vinos para ser vendidos en todo el mundo. Por último, la segunda parte del curso fue la cata propiamente dicha, que se inició con un taller para distinguir sabores y olores.
Un curso de cata en las propias bodegas visitando sus viñas e instalaciones
Una experiencia sensorial de la Ribeira Sacra a través de todos los sentidos