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La venta directa «salva» a pequeños productores locales de huerta y fruta

ana f. cuba ORTIGUEIRA / LA VOZ

AGRICULTURA

relevo rural.Bárbara Rivera (Neda, 31 años) es una de las 1.076 agricultoras inscritas en Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega). Vende rúcula, lechucas o acelgas para clientes como Gadis o Inditex.
Bárbara Rivera (Neda, 31 años) es una de las 1.076 agricultoras inscritas en Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega). Vende rúcula, lechucas o acelgas para clientes como Gadis o Inditex. ANGEL MANSO

Exploran fórmulas cooperativas de comercialización, poco extendidas en la zona

13 feb 2020 . Actualizado a las 21:22 h.

La venta directa al cliente final, de forma individual o a través de grupos de consumo, permite que pequeños productores locales de hortalizas y frutas eludan la figura del intermediario, lo que se refleja en los precios y garantiza una mayor rentabilidad. Pero la comercialización casi nunca resulta sencilla. «Hai distintos puntos de vista, xente que ve máis vantaxes ou máis inconvenientes no minifundio, pero todo pasa por evitar intermediarios», recalca Manolo Varela, concejal de Desenvolvemento Rural de San Sadurniño y fruticultor.

Varela es uno de los productores de la comarca de Ferrolterra que están explorando nuevas fórmulas de venta, a través de un colectivo de la zona de A Terra Chá ya constituido. «O ano que vén vaise poder comercializar algo máis a través desa asociación. Aquí a maioría somos pequenos produtores, para os que isto supón uns ingresos adicionais; profesionais hai catro ou cinco, o resto é xente con excedentes. A idea é vender produto local no comercio local», remarca.

Fernando Sanesteban, vecino de Valdoviño y responsable de Biohorta, en Vilaboa, lo intentó hace unos años, pero acabó frustrándose la iniciativa de colaborar con otros horticultores, repartiéndose los cultivos para garantizar una producción suficiente para abastecer a una ecotienda durante todo el año. «No tenemos cultura de trabajar en alianza. Es un error de concepto, que en Cataluña no pasa. Tenemos muy buen clima y muy buen suelo, muchos recursos, pero no los estamos aprovechando», lamenta este profesional. Puso en marcha la empresa en 1994, pasó de una explotación convencional a una ecológica en el año 2003 y, a raíz del «duro» impacto de la crisis en la zona, lleva ya algún tiempo dedicado a las plantas de uso medicinal y culinario. «Con la venta directa estás muy limitado, no das alcanzado un volumen alto de mercancía porque tienes que plantar de todo. En distribución, con dos o tres referencias puedes conseguir más cantidad, pero los precios son más bajos, No es fácil», constata.

Quique Fojón, responsable de una plantación ecológica en Couzadoiro (Ortigueira), siempre lo tuvo claro. «Desde o principio souben que quería vender directamente, aínda que, ao fin e ao cabo, dependes moito dos prezos que marcan as sete ou oito grandes distribuidoras que operan en España. Vives nunha sociedade na que todo o mundo está en contacto coas grandes superficies», señala. «Os que traballamos así dedicamos unha parte grande de tempo á venda e ao márketing, e temos menos superficie plantada, pero os prezos son algo máis altos», explica. Entre sus clientes hay particulares, en el mercado semanal de Ortigueira o con entrega personal de pedidos, firmas dedicadas a la transformación y algún centro educativo.

«Para poder competir habería que unirse moitos pequenos cunha oferta variada»

Fojón reconoce que «a situación é difícil», en parte «porque aquí a cota de mercado das pequenas tendas foi decaendo en favor dos supermercados, a diferenza doutros países». Para competir con los grandes, apunta, «habería que unirse entre moitos pequenos de diversos sectores, para ter variedade de oferta». Advierte «unha falta de conciencia social do que implican un agricultor ou un gandeiro, non só como provedores de alimentos, senón polo servizo que prestan para evitar o abandono do rural, e incluso a nivel turístico».

Más trabajo y más riesgo

Bárbara Rivera, al frente de la firma ecológica Agronuquel, de Neda, aboga por que la Administración regule los precios y fije unas tarifas mínimas, «que sirvan de base». «Cada vez están más igualados, hace veinte años había una diferencia enorme en ecológico, pero ahora ya no», mantiene. Esta productora vende a particulares —«da más trabajo, pero es lo que más compensa económicamente»—, a grandes superficies y a distribuidoras. «El intermediario es el que menos se juega, el agricultor es el que tiene que trabajar todos los días, llueva o caliente el sol, y el que se arriesga a que un temporal le destroce o retrase la cosecha», recalca.