Sensores para descubrir cuál es la zona más productiva de una finca de maíz
AGRICULTURA
Un proyecto del campus de Lugo y de una empresa de As Pontes medirá los resultados en Xermade
02 nov 2023 . Actualizado a las 21:17 h.¿Cómo saber cuál es la parte más productiva de una finca de maíz? ¿Cómo averiguar dónde se puede echar más semilla porque el rendimiento responde a las expectativas? Con sensores. El proyecto Millopreciso, en el que participan el campus de Lugo, una empresa de servicios agropecuarios de As Pontes y la Fundación Empresa-Universidad Gallega (Feuga), permitirá disponer de esa información. En la iniciativa hay una cuarta parte protagonista, una explotación ganadera de Xermade en cuyo terreno se realizarán las mediciones.
Marcos Otero, cuya empresa de servicios para la agricultura y para la ganadería colabora en el proyecto, explica que el proceso consiste en la colocación de sensores en las máquinas que recogen maíz forrajero. Los sensores se instalan en los rodillos de alimentación, por los que entra el maíz que se recolecta. Un sensor informa de la cantidad que se recoge, y otro, del grado de humedad del maíz. Los sensores forman parte de la tecnología que se instala en las máquinas recolectoras.
El sistema es caro, ya que los sensores, el cableado y un GPS, que detalla cuánto maíz se recoge en cada parcela, pueden suponer un desembolso de unos 40.000 euros. Otero reconoce que es una inversión alta para el propietario de una ganadería, aunque afirma que se pueden conseguir esos datos si se contratan los servicios de empresas como la suya. Por otro lado, destaca que las consecuencias son valiosas para los ganaderos, ya que así saben qué zonas dan los mejores y los peores resultados en rendimiento de maíz forrajero.
El empresario pontés explica además que en los terrenos de cosecha más abundante se puede mejorar el rendimiento. «Faise, na oficina, cun programa informático no que se establece un mapa de sementes», afirma. De ese modo, detalla, la cantidad de semilla puede variar de unas partes a otras: por ejemplo, en unas zonas pueden echarse 90.000 semillas, y en otras, 80.000. Las 90.000 semillas por hectárea son, dice Otero, una cantidad propia de un terreno de buen rendimiento. «É unha maneira de avanzar en coñecemento», dice Marcos Otero. Los datos obtenidos van al ordenador que lleva el tractor en la cabina y luego pasan a los ordenadores de la empresa.
«Moi bo alimento»
Francisco López, ganadero de la parroquia xermadesa de Piñeiro, está convencido de la utilidad del proceso, que se estudiará en fincas suyas. Su explotación tiene unas 200 cabezas de ganado vacuno, con unas 100 en producción lechera, y el maíz forrajero resulta indispensable para las reses. «O millo é moi bo alimento e vale para todo o ano», explica. Por otro lado, recalca que así podrá saber qué zonas de una parcela dan mejor rendimiento y son, por tanto, indicadas para recibir más semillas que permitan elevar la producción.
Él tiene unas 25 hectáreas dedicadas a maíz, repartidas en seis fincas. Esa extensión le permite evitar compras de maíz forrajero. Además, con el estudio, sabrá dónde puede producir más y dónde «dá máis rendemento a terra», añade esperanzado.
3.600 datos por hora
Javier Bueno, profesor de la Escola Politécnica Superior del campus de Lugo, también espera con interés el comienzo de las pruebas y la obtención de los primeros resultados. Habrá que esperar a finales del verano o a comienzos del otoño, cuando se recoja la cosecha de maíz de este año; pero subraya la abundancia de datos que se obtendrán. Está previsto que haya una información por segundo de la cantidad recogida, lo que significará 3.600 datos por hora.
«Se podrá calcular la producción, se podrán tomar decisiones sobre el futuro y se calculará el potencial productivo de cada parcela», explica este docente del Campus Terra (USC). La consecuencia será un mejor aprovechamiento de las semillas y de los fertilizantes, con lo cual, agrega Bueno, los efectos serán favorables desde el punto de vista de la biodiversidad, además de permitir la obtención de cosechas más eficientes.
El programa tiene una duración de tres años. Los primeros pasos se dieron en el 2022 y su desarrollo terminará en el 2024. Bueno, investigador del grupo Modelización, Enerxía e Mecanización en Biosistemas (BioMODEN), cree además que este es un claro ejemplo de investigación universitaria al servicio de la realidad socioeconómica del entorno.