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Italia: pérdidas millonarias por la sequía

Valentina Saini

AGRICULTURA

MASSIMO PINCA | REUTERS

La escasez de precipitaciones ha colocado en una situación límite a las empresas del norte del país, muchas de las cuales tienen en los mercados internacionales una salida a su producto

06 mar 2023 . Actualizado a las 10:15 h.

Italia sufrió en el 2022 la peor sequía de los últimos 500 años, con pérdidas valoradas en 6.000 millones de euros. Pero el 2023 podría ser aún peor. En muchas zonas del norte lleva semanas sin llover, y el Po, el gran río que ha hecho fértil ese valle durante milenios, está al límite. En Verona, a 160 kilómetros de Milán, el río Adige es una sombra de sí mismo. En Vicenza, a unos 70 kilómetros de Venecia, los largos pórticos que en su día protegían a los transeúntes de la lluvia ya son inútiles. «Hasta hace poco, les decía a mis amigos españoles que Vicenza era el San Sebastián italiano porque no paraba de llover», explica Giuseppe, un profesional de 40 años, «pero últimamente, en Vicenza, solo caen unas gotas».

La sequía está causando serios problemas a la agricultura del norte del país. Para Coldiretti, la principal asociación que representa y asiste al sector, esa zona de Italia ha sufrido un descenso del 40 % en las precipitaciones y 300.000 empresas agrícolas atraviesan un momento difícil. Las exportaciones agroalimentarias — del queso parmesano a los vinos, de la pasta a hortalizas apreciadas como los espárragos — son un pilar de la economía italiana, por lo que es comprensible que haya cierto pesimismo en el país.

Giulia, una jubilada de Venecia, se queja: «Está claro: sin lluvia los agricultores no tienen agua, y sin agua no pueden regar los campos, por lo que cada vez llegan menos frutas y verduras a las tiendas... Volveremos a rezar para que llueva, como hacíamos en la época de mis abuelos durante los años de sequía». Lorenzo Bazzana, responsable económico de Coldiretti, advierte de que «la situación es más grave que el año pasado, el déficit hídrico es mayor: se esperan lluvias en los próximos días, pero corremos el riesgo de quedarnos en una situación muy preocupante; se ha calculado que haría falta un mes de lluvias para compensar el déficit creado durante este invierno tan seco. Es una situación muy preocupante». Y es que las lluvias no han desaparecido en Italia. Pero confirman largos períodos de sequía interrumpidos por tormentas que en pocos días ? o incluso horas ? vierten el agua que antes caía a lo largo de tres meses, y que sería fundamental aprovechar.

Los ciudadanos y los expertos están preocupados —muchos residentes confiesan que ahora consultan todos los días las previsiones meteorológicas con la esperanza de que anuncien lluvia —, pero los políticos parecen centrados en otros temas. Ya en el 2017, Coldiretti presentó un plan para construir embalses de diferentes tamaños para almacenar el agua de lluvia en varias regiones italianas. «En algunos casos, las estructuras ya se han inaugurado, pero en la gran mayoría estamos a la espera de que las autoridades responsables den el visto bueno, de que empiece la financiación, de que comiencen las obras», apunta Bazzana.

Los científicos también buscan soluciones. Carlotta Balconi, del Centro de Investigación de Cultivos de Cereales y Cultivos Industriales, es la responsable científica para el proyecto Dromaned, en el que participan nueve países, entre ellos España. «El objetivo del proyecto es estudiar las variedades locales de maíz de las colecciones que mantienen los institutos de investigación de los países del área mediterránea para conocer cuáles son las más resistentes en condiciones de sequía y altas temperaturas».

Daniele Masseroni, profesor de ingeniería del riego en la Universidad de Milán, explica: «Desde hace años, el grupo de hidráulica agraria lleva a cabo numerosos proyectos destinados a encontrar y transferir soluciones para la gestión sostenible de los recursos hídricos en la agricultura, centrándose en las técnicas tradicionales, como las técnicas de riego superficial y por inundación». El futuro de la agricultura italiana está también en manos de investigadores como Balconi y Masseroni.