
Daniel Pellejero, un agricultor y ganadero de Lanzuela (Teruel), esperó a que creciera el cereal que sembró con forma de corazón en una de sus fincas para pedir matrimonio a su novia María Lina Hernando, alcaldesa de Mainar, un pueblo vecino de Zaragoza. La idea ha hecho que sean unos de los premiados en el Orgullo Rural de la Fundación de Estudios Rurales
11 jul 2023 . Actualizado a las 17:23 h.No fue una idea repentina. Lo de pedir matrimonio a su novia María fue algo que Daniel Pellejero, un agricultor y ganadero de Lanzuela, en el norte de la provincia de Teruel, llevaba pensando tiempo. Después de 7 años juntos meditó y meditó cómo podía sorprender a la mujer con la que sembraría su futuro, la alcaldesa de Mainar, en el sur de la provincia de Zaragoza. Entonces se dio cuenta de que la mejor forma sería esa, sembrando algo bonito en la tierra en la que querían vivir para mostrarle su amor. «Pensé en plantar girasoles por su amarillo vistoso, pero ese es un cultivo delicado. No quería que se estropearan algunos», dice. Y pensó en el trigo, más bien en triticale, una variedad que combina planta de centeno con grano de trigo pero que «es trigo», como recalca este agricultor.
Y allá por octubre empezó su gesta: «Elegí un campo que está en la ladera de una montaña y que se ve muy bien desde la carretera. Es un campo que se cosecha cada dos años porque está en una zona que no tiene muy buen acceso. Hice una primera prueba cuando se repasa la hierba. Quedó bien», recuerda. Lo normal es que quince días después de sembrarlo el trigo comenzara a dejar leer la inicial de Daniel y la de María, separadas únicamente por un gran corazón. Pero la sequía no solo está afectando a la producción de cereal, también retrasó la pedida de mano. «Tardó en torno a mes y medio en crecer por la falta de agua», recuerda. De ahí que hubo de esperar hasta finales de diciembre para hacer la gran pregunta.
Ella no sospechaba nada. Ni había visto su inicial dibujada por los brotes de trigo, pero en unos pueblos tan pequeños como Lanzuela (poco más de veinte habitantes censados) o Mainar (unos 200) las noticias vuelan. Sobre todo cuando los que viven en ellos son agricultores que no dejan de mirar ni un solo día al campo. Daniel no esperó más cuando vio que empezaba a correrse la voz de lo que se veía escrito en el campo. Hizo la pregunta y aguardó con nervios la respuesta. Ella aceptó. ¿Cuándo se casan? Aún no lo saben. No tienen fecha, pero de momento mañana miércoles recogerán el premio Orgullo Rural que les ha concendido la Fundación de Estudios Rurales de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). Porque la pedida de mano de Daniel, que se dedica al cultivo de trigo y tiene un agranja de conejos, a María es una metáfora de que hay futuro en el medio rural.