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La Feira de Santos de Monterroso tiene de todo: «Vendo a castaña xudía a catro euros, e por aí estana vendendo a sete»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

AGRICULTURA

La Feira de Santos de la localidad de A Ulloa ofreció de nuevo una gran variedad de productos del campo

02 nov 2023 . Actualizado a las 10:07 h.

La gran feria de otoño de la Galicia central está en Monterroso. La Feira de Santos ofrece de todo, y hasta proporciona ofertas que parecen tentadoras. «Vendo a castaña xudía a catro euros, e por aí estana vendendo a sete», decía este miércoles Hersio Jesús Vázquez, llegado de Melide a esa localidad de A Ulloa para instalar uno de los muchos puestos de la feria del 1 de noviembre. No era ese el único producto que ofrecía, pues también tenía, por ejemplo, castaña longal a 3,40 euros el kilo. «Castaña autóctona, de aquí», subrayaba.

La abundancia de castañas es una de las características de la feria monterrosina, en donde agricultura y ganadería se dan la mano. La castaña parede tampoco faltaba en ese mismo puesto, en donde un kilo podía comprarse por dos euros. «Houbo moita, pero mala», decía el vendedor. Otra señal de que el otoño ya está asentado es la presencia de nueces: una bolsa de tres kilos de fruto recogido en O Corgo costaba diez euros, en un año en el que la cosecha parece atrasada. «Non solta ben a casca», comentaba el vendedor.

Para guardar nueces o castañas o para otros usos, no viene mal una cesta de mimbre. Un amplio abanico de precios, de 20 a 45 euros, podía verse en el puesto de Manolo Cambón, que todos los años se desplaza desde Sofán (Carballo) para poner su puesto en la feria de Monterroso. «Dan moito traballiño», decía para explicar el precio de esos productos. Al lado, unas peneiras hechas con madera de pino (las medianas costaban 25 euros) esperaban comprador.

Aunque la situación de Monterroso facilita la presencia de vendedores y de público de distintas comarcas de las cuatro provincias, la capacidad de atracción va más allá del Eo y de Pedrafita do Cebreiro. Dos muestras: por diez, once, trece o dieciocho euros se podían comprar cuchillos de Taramundi, municipio del occidente de Asturias que tiene gran tradición en la artesanía del hierro; por siete o por quince euros, en función del tamaño, podían comprarse ristras de ajos de León.

Otra clara muestra del carácter otoñal de este mercado es la presencia de apicultores. Jesús Mella, de  A Fonsagrada, llevó su producción (miel de castaño, y de brezo), que se vendía, según el tamaño de los tarros, a seis o a diez euros. Este año, decía, ha sido malo para la apicultura. «Non vai ser posible que as colmeas sobrevivan», explicaba sobre los efectos negativos de las velutinas.

Otro apicultor, Carlos Díaz, mostraba una producción de miel de castaño, con tarros de medio kilo (siete euros) y de un kilo (diez euros). «Vaise vendendo», aseguraba. La presencia de apicultores es habitual en Monterroso, lo que se explicaba, según este vendedor, en que el otoño suele elevar las ventas de miel. También la velutina fue una molestia para sus colmenas; y aún lo es, agregaba.

El avance del otoño también va causando cambios gastronómicos. Con los cocidos ya cerca, podía comprarse un lacón a siete euros el kilo o podía uno llevarse a casa, a un euro la pieza, unos chorizos curados en la zona rural de Lugo. Pero además, estando en A Ulloa, comarca de gran tradición quesera, sería extraño no ver puestos con esa mercancía. En la cúpula, que con calles y plazas al aire libre alberga a los centenares de vendedores de la feria, piezas de aproximadamente un kilo costaban 6,50 euros. «Unha vez que vides aquí, tedes que levar para toda a familia», insistía un vendedor a unos compradores.

Desiguales ventas de ganado

Aunque Monterroso vivió una jornada de gran animación, entre los vendedores no faltaban comentarios de que había menos animación que otros años. Algunos achacaban a las previsiones meteorológicas, con anuncios de un tiempo desapacible que durante la mañana no afectó a la villa, esa situación. También comentaban algo parecido los vendedores de ganado que llevaron reses al mercado.

Pablo Rielo, de Lalín, aún esperaba al mediodía comprador para sus caballos. «Véndese pouco», reconocía. Más favorables eran las impresiones de José Manuel Jacob, que había ido desde O Corgo con ganado vacuno. Vendió una vaca por 3.000 euros y otras dos por algo más de 2.000. Aun así, aseguraba que faltaba la gran animación de otros años. «A economía vai a menos», afirmaba, sin olvidar que la lengua azul también está afectando al sector. Las reses vendidas eran de tres años.

Juan Jamardo, de Padrón, pedía 500 euros por cada uno de sus ponis, pero con más consultas sobre precios que con ventas reales. «Non é coma outros anos», comentaba.

Además de animales, en el mercado ganadero podían comprarse, por ejemplo, sombreros a 45 euros. «Es de piel. Piel, piel», aclaraba una mujer a un espectador quizá poco experto en esos productos. Y para ganaderos, aspirantes a ganaderos o simplemente curiosos, había cayados a 15 o a 20 euros.