El grupo navarro AN se ha convertido en un referente para el sector en toda España; en él trabajan 35.000 agricultores de ocho comunidades autónomas diferentes y facturan 1.700 millones de euros al año
21 oct 2024 . Actualizado a las 10:09 h.El cereal es su principal fuente de negocio, aunque también trabajan en la huerta y el sector avícola
Dice el último diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura en el que está trabajando la Comisión Europea que la mejor forma de mejorar la posición de los agricultores en la cadena alimentaria, y con ello su poder de negociación, es incentivar su agrupación en cooperativas. Y de eso saben mucho en el Grupo AN, una de estas empresas de base social que nació en Navarra en el año 1910 con el objetivo de «conseguir unas mejores condiciones para el campo», cuenta Alfredo Arbeloa, su secretario general. Hoy se ha convertido en una cooperativa de segundo grado, que aglutina a 171 empresas sociales de ocho comunidades diferentes. Un referente para el sector agroalimentario en el que trabajan 35.000 agricultores y facturan 1.700 millones de euros al año.
«Somos una cooperativa de segundo grado, lo que significa que nuestros socios son cooperativas», explica Arbeloa. Bajo el paraguas del Grupo AN han conseguido situar a 171 cooperativas de Andalucía, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja, Navarra y el País Vasco. Su misión es comercializar parte de la producción de estas empresas de base social, empezando por los cereales, porque son la mayor cooperativa cerealista de España. «Manejamos unas 1,8 millones de toneladas al año y vendemos todo el año, lo que nos permite sacar unos precios medios buenos», cuenta. Tiene también una línea de frutas y hortalizas, entre las que se incluyen conservas elaboradas con productos de la huerta navarra, como el pimiento del piquillo o el espárrago, aunque es el tomate el que centra la mayor parte del volumen de negocio de esta rama. Y trabajan también en sector avícola, donde son el cuarto operador en importancia de España.
A mayores, prestan también una serie de servicios a todos sus socios, desde la venta de piensos y todos los suministros agrarios que precisan agricultores y ganaderos hasta el combustible para su maquinaria, pues disponen de una red de 70 gasolineras. Cuentan, además, con una correduría de seguros y con una serie de tiendas en las que comercializan sus productos.
«Ser socio de AN es lo más sencillo. Pagas 500 euros y ya está», añade el director general. Luego, las cooperativas tienen que decidir qué productos van a comercializar a través de AN y qué servicios van a utilizar. «Cada año mandamos un listado con todas las actividades que tenemos. En aquellas que marcan, se comprometen a trabajar al 100 % con nosotros», explica. De la central de ventas no hay retorno, «porque nuestro objetivo es siempre darle el mayor beneficio al cooperativista», añade. Pero sí de la de compras. «Entre todos los que se comprometieron a comprar nuestros suministros y cumplieron, repartimos el 70 % de los beneficios que obtenemos de servicios como la gasolinera o los suministros agrarios», cuenta. Este sistema, aunque es voluntario, está triunfando y, actualmente, «el 70 % de las cooperativas firman todos los compromisos porque, con el tiempo, cada vez se comprometen más». El dinero, además, no se reparte hasta que cumplen diez años, lo que permite a AN tener liquidez. «Si se salen antes de socios, por supuesto que se llevan el dinero que les correspondería», argumenta.
Al rescate de otros
AN se ha convertido también en una especie de salvador para aquellas pequeñas cooperativas que no funcionan del todo bien. «Cuando la situación no van bien, nos llaman», relata Arbeloa. Entonces, tienen diferentes formas de intervenir. En algunas se ocupan de la gestión, con equipos profesionales, mientras que la propiedad sigue siendo del capital social. «Separamos las instalaciones de la actividad. La instalación es de la cooperativa y le pagamos un alquiler. La gerencia es nuestra y la actividad comercial la hacemos nosotros. AN es la que paga a los agricultores», relata. Arbelo sostiene que todavía hay muchas cooperativas en las que falta profesionalización y eso las lleva «a hacer malas inversiones, fábricas que no tenían que haber hecho, o a pagar lo que no deben a los agricultores».
La principal fuente de negocio del Grupo AN está en el cereal —aunque la cosecha del año pasado fue desastrosa— el combustible que vende en sus gasolineras, y el sector avícola. Cada uno de estos departamentos factura más de 300 millones de euros, dependiendo del año. Los cultivos de la huerta, en cambio, ocupan una de las partes más pequeñas de este gigante de la alimentación, cuya facturación apenas supera los 28 millones de euros al año. El tomate es, en este caso, el producto con el que más trabajan «porque es el que más automatizado está», cuenta Rafa Castejón, director de Conservas Dantza, la marca bajo la que venden estos cultivos en el canal de alimentación. Tienen dos centros de fabricación, uno en Castejón, para el tomate, y otro en Andosilla, para alcachofas, piquillos y espárragos. «En Andosilla elaboramos entre ocho y diez toneladas de producto por turno, porque es un proceso más manual. En Castejón, salen 200 toneladas de tomate por turno», añade. A pesar de todo esto, el Grupo AN no es ajena a los problemas del sector. Cada vez le cuesta más encontrar agricultores y, actualmente, «ya solo el 5 % de nuestros socios tienen menos de 40 años», concluye Arbeloa.