La fertilización con purín le ahorra a las granjas 10 millones de euros
GANADERÍA
Evita, además, el uso de químicos mucho más perjudiciales para el terreno
05 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.La cabaña vacuna de la zona -29.300 vacas y 22.000 cabezas más entre recría y terneros- produce cada año más de 1,2 millones de metros cúbicos de purín. Un producto que, al contrario de lo que muchos pueden pensar, no es un residuo sino un recurso de gran importancia para los ganaderos e incluso para el propio medio ambiente.
Tanto es así que su valor como fertilizante llega a superar los diez millones de euros anuales. Dicho de otra manera, si las granjas de la zona no dispusiesen del purín que generan sus animales, tendrían que desembolsar esa importante suma de dinero para adquirir otros abonos químicos, sensiblemente más perjudiciales para el entorno.
«O xurro é un produto de alto valor ambiental por canto permite as granxas practicar iso que agora se deu en chamar economía circular, facendo que todo o que dá a terra volva a ela despois de ser aproveitado para xerar riqueza», explica Juan Castro Insua, investigador del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM) que cifra en 300 euros por hectárea el ahorro que permite el abonado con purín en detrimento del que se realiza con otros complejos químicos.
Si bien, la capacidad fertilizante del purín varía en función de su propia composición -la determina la cantidad de agua y, principalmente, la ración que ingieren los animales- todos los estudios confirman sus altos porcentajes de nitrógeno, fósforo y potasio, nutrientes esenciales para los cultivos de hierba y maíz, mayoritarios en la comarca. Así es que, un metro cúbico de purín, tal y como apuntan diferentes estudios elaborados por el CIAM, referencia a nivel europeo en el estudio de valorización de los purines, tiene un valor medio de unos ocho euros.
Desde el punto de vista ambiental, el empleo del purín que tiene una rápida absorción por parte del suelo, evita la aplicación masiva de abonos químicos nitrogenados que son susceptibles de contaminar los acuíferos. En este sentido, la comunidad puede presumir de ser la única región de Europa, de entre las diez principales productoras de leche, que no está incluida en el mapa de zonas vulnerables a la contaminación por nitratos.
24 metros cúbicos por animal
La mayoría de las granjas han ampliado sus fosas. La necesidad de aprovechar al máximo este fertilizante orgánico está llevando a las granjas a ampliar sus fosas o incluso construir otras nuevas con el fin de albergar la mayor cantidad posible de purín. De hecho, durante los últimos años, más de un centenar de granjas, principalmente las más dimensionadas, han realizado mejoras en este sentido.
«O ideal sería que as granxas tivesen suficiente capacidade para gardar o xurro entre os meses de outubro e marzo. Deste xeito poderían aplicalo nos momentos de maior demanda nos cultivos de praderías e millo», explica Castro Insua, que recomienda que todas las fosas estén cubiertas para evitar que la lluvia aumente el volumen de producto y merme su calidad.
Desde la Consellería do Medio Rural consideran que la capacidad de gestión óptima de las fosas con techo y con dos vaciados al año se sitúa en 24 metros cúbicos por animal. En esta cantidad también se incluye el agua que se emplea en la limpieza de las instalaciones.
Los agricultores esperan seguir exentos de tener que enterrar los estiércoles
Aunque desde principios del año pasado está prohibida la aplicación del purín de forma aérea, mediante sistemas de plato o abanico -los más habituales en la zona- comunidades como Galicia o Asturias han establecido moratorias a estas normativas europeas que han permitido a los agricultores librarse de la obligatoriedad de enterrar los purines y estiércoles de sus vacas.
Los profesionales del campo bergantiñán y soneirán esperan que esta situación se mantenga durante más tiempo habida cuenta de las dificultades técnicas y económicas que supondría tener que cambiar un sistema que viene utilizándose desde hace, al menos, medio siglo.
Más de 50.000 euros
Se calcula que adquirir nueva maquinaria o adaptar la existente al nuevo método supondría desembolsos por granja superiores a los 50.000 euros, además de cambiar las técnicas agronómicas que se venían empleando hasta el momento.
En cualquier caso, aunque se cambie ahora la normativa que regula su aplicación, lo cierto es que el purín y su utilización agraria llevan años sometidos a numerosos controles que van desde el dimensionamiento que deben cumplir las fosas que lo albergan hasta las condiciones climatológicas en las que debe o no aplicarse.
Galicia dispone desde hace dos décadas de un código de buenas prácticas agrarias que, por ejemplo, establece las condiciones de aplicación en tierras próximas a cauces de agua, en períodos de lluvias intensas o en terrenos con pendiente. Además las granjas más dimensionadas que realicen ampliaciones deben someterse a un informe de incidencia ambiental por parte de la Xunta de Galicia.