En Galicia, el país del millón de vacas, nunca faltaron ganaderos que tratasen a sus Cucas o Pintas como de la familia. Son su pan, pero también su vida. Clesa ha sabido entenderlo y traducirlo en un producto
21 may 2021 . Actualizado a las 17:03 h.Nos lo cantaron muchas veces desde los micrófonos de Siniestro Total: para entender a dónde vamos conviene tener claro de dónde venimos. ¿Y de dónde venimos en Galicia? Hay miles de formas de contarlo. Clesa, una de esas empresas que por muchas razones se ganó un sitio indiscutible en la nevera de los gallegos, decidió recordarnos nuestros orígenes con un yogur. O, más bien, con toda una línea de yogures que se llaman Clesa Bienatur y que nos conectan con esa Galicia nunca pretérita del millón de vacas bien cuidadas, con nombre propio y queridas como de la familia. Con la excusa de este yogur cremoso, que vino al mundo hace un año y que se fabrica en distintas variedades -natural, con trozos arándanos, melocotón y maracuyá, fresa o manzana-, visitamos la fábrica de Clesa en Caldas, el buque insignia de una empresa que, además, demuestra que en Galicia no siempre que nos mean decimos que llueve. Basta recordar lo que resistieron sus obreros.
Las puertas las abre Pablo Gómez, gerente de la firma. Explica que miraron con lupa el mercado y vieron que no había un yogur a un precio asequible que apostase por la leche de bienestar animal. Así que se lanzaron con la línea Bienatur. ¿Qué es eso del bienestar animal? Explica que la leche con la que se fabrica este producto cuenta con una certificación que garantiza que los ganaderos que la producen se preocupan tanto por la alimentación, como por los controles sanitarios. Y por algo más: «Es importante cómo se comportan esas vacas, si están nerviosas, si viven bien...». Es decir, se chequea el estado físico y anímico del animal antes de certificar nada.
Luego, todo fue decidirse por una textura cremosa y por frutos actualmente con mucha demanda, como los arándanos o el maracuyá. Amén de un diseño muy limpio, que combina el blanco con el negro y que incluso tiñe de oscuro el mítico logotipo azul, rojo y verde de la firma, con la cabecita de vaca como señal de identidad. El mercado respondió bien en un año, el de la pandemia, en el que la firma aumentó ventas y se consolidó como la quinta empresa más importante de España en la fabricación de yogures (la primera de capital nacional).
Pablo Gómez recita las cifras con orgullo; con la emoción de pertenecer a una empresa a la que en el 2012 salvaron de la ruina la valentía de sus trabajadores, que las pasaron canutas pero nunca dieron la batalla por perdida, el apoyo decidido de la Xunta y de clientes como el grupo Froiz, que no les abandonaron ni cuando hicieron aguas, y la apuesta decidida de los ganaderos gallegos por hacer de ella un negocio rentable y concienzudo. Porque el éxito de Clesa es el éxito también del cooperativismo agrario gallego, que fue quien la compró cuando parecía un juguete empresarial roto.
El crecimiento de la plantilla
No ha pasado ni una década desde entonces. Y la realidad de la planta de Clesa es otra bien distinta. Aquellos 19 trabajadores que había en nómina entonces se convirtieron en la plantilla de 75 personas actual. Los productos estrella, con la crema bombón a la cabeza, siguen mandando. Pero se ha diversificado la producción, tanto con yogures de larga duración que pisan fuerte en numerosos países con pocas posibilidades de refrigeración como los de crecimiento y sabores para niños, que Peppa Pig viaje de nevera en nevera.
Ahora la apuesta son los Bienatur. No parece una casualidad que Clesa tire ahora por el bienestar animal. Quizás, solamente se esté mirando en el espejo de su propio bienestar, alcanzado tras años dando el callo. Se nota cuando se cruza la puerta de la zona de fabricación. Hay una máquina que saca 48.000 yogures a la hora. Llama la atención. Pero no tanto como la familiaridad con la que todos se saludan; el trato cercano de unos con otros. Eso sí es la leche. O el yogur, que al fin y al cabo es lo mismo.
El producto estrella
Si hay un producto estrella de Clesa, sin duda alguna, es la crema bombón. Este producto, el que más venden y que se cuela en absolutamente todos los terminales de los supermercados, cuenta ahora con dos variantes, pensando en el público que no quiere renunciar al chocolate pero que está preocupado por las calorías. Así, hay una versión baja en azúcar y otra que reduce el porcentaje de materia grasa. Por supuesto, también se sigue vendiendo la crema original. Además de este postre y toda su gama de yogures, un porcentaje de la producción de Clesa es marca blanca.