Cerca de 4.000 jóvenes se han incorporado a la actividad agroganadera en la última década
El envejecimiento de los agricultores continúa siendo un gran desafío en las zonas rurales. Lo es en toda Europa, como constata la Evaluación sobre el impacto de la PAC en el relevo generacional, el desarrollo rural y empleo en las zonas rurales, publicado esta primavera por la Comisión Europea, pero mucho más en áreas como Galicia donde el sector primario (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca) representa el 4,6 % del PIB. La reconversión que está viviendo el campo en la comunidad urge un relevo generacional que no solo dé continuidad a las explotaciones, sino que inyecte en ellas la innovación necesaria que, combinada con la experiencia de las generaciones más mayores, sea capaz de enfrentar los desafíos de un mercado cada vez más global.
¿Cómo hacerlo? Implementando un modelo de gestión cada vez más profesionalizado en las granjas. De hecho, el cambio de percepción sobre el trabajo en el campo que ha traído de la mano esa reconversión en los últimos años es el que está animando a los jóvenes a quedarse o emprender en el medio rural.
![Uxía Pérez, en primer plano, posa con toda su familia. De izquierda de derecha, sus padres, su hermano, sus abuelos y su padrino. Tampoco falta «o máis mimado da granxa», un dogo alemán que se llama Kroos](https://img.lavdg.com/sc/rlR5xL9ENctkcrdxyYxFTGxCJLI=/480x/2021/07/04/00121625417885515641947/Foto/i04l1055.jpg)
En los últimos diez años, según los datos que maneja la Consellería de Medio Rural, se han incorporado a la actividad agroganadera un total de 3.803 jóvenes —solo en el 2019 fueron 356 — de menos de 40 años. Esos son solo los que han recibido ayudas para la incorporación. Y, según los datos recogidos en la Estratexia Galega para a Dinamización do Sector Lácteo, elaborada por la Fundación Juana de Vega, en el caso de las explotaciones dedicadas a la producción de leche la media de edad de los propietarios baja cuanto mayor es el volumen de producción de la granja: 40,2 años en las que ordeñan más de 1.000 toneladas al año; 45 entre las que están en la franja de entre 250 y 500 toneladas.
«Las medidas de relevo generacional de la PAC no se adaptan bien a las transferencias de explotaciones agrícolas ajenas a la familia»
De momento, los pasos para frenar el envejecimiento en el sector son lentos porque aún no alcanzan para tomar el relevo de todas las explotaciones que cuelgan el cartel de cerrado al no encontrar quien recoja su testigo. Pero se están dando. La propia Comisión Europea reconoce en su informe que «las medidas de relevo generacional de la PAC no se adaptan bien a las transferencias de explotaciones agrícolas ajenas a la familia». De las bajas registrada en el año 2017 en Galicia, solo un 17 % de las que estaban dedicadas al vacuno abandonaron la actividad —todas explotacións de menos de 300 toneladas de producción—, porque un 40 % fueron por jubilación. De ahí la urgencia de implementar medidas adicionales para cubrir ese hueco. La nueva Lei de Recuperación de Terra Agraria de Galicia ha puesto en marcha, por ejemplo, la figura del Banco de Explotacións, enfocada precisamente a facilitar el alquiler o traspaso de esas granjas.
Pero los jóvenes que se incorporan no solo toman las riendas de una explotación, también miran la alternativa de poner en marcha actividades complementarias que contribuyan a mejorar la calidad de vida en el medio rural. El año pasado, por ejemplo, se crearon en el campo gallego al amparo de los fondos Leader, 64 nuevas empresas, con una expectativa de crear 134 empleos. «Estas compañías comportan un investimento de 13.634.972,08 euros, cunha axuda de gasto público total de 5.794.910,93 euros, que se distribuirá entre os anos 2019,20 e 21», explican desde Medio Rural. A ellas habría que sumar los emprendedores que no pidieron ninguna ayuda.
![Manuel es un emprendedor que tiene su propia empresa de servicios, algo fundamental para ganar calidad ed vida en el sector](https://img.lavdg.com/sc/Sk-Ry3L3xVfq2XpGpyxw56hh89k=/480x/2021/07/04/00121625417764530882407/Foto/L09J1107.jpg)
Manuel Fernández es uno de esos jóvenes que ya en el 2018 se atrevió a emprender. Aunque no tenía ninguna vinculación con el campo, más que por sus abuelos naturales del concello de O Pino, este joven compostelano de 22 años estudió una FP agraria en la EFA de Fonteboa, en Coristanco, y con solo 18 años montó su propia empresa: Servicios Gandeiros Monte do Gozo, que ofrece sustituciones en las explotaciones para que los ganaderos puedan descansar o tomar vacaciones: «Estiven de Erasmus en Francia e alí estiven na explotación dun matrimonio maior que tiñan este servizo. Pensei que en Galicia sería unha boa alternativa para que a xente poda descansar».
«Cando empezamos éramos prácticamente os únicos, hoxe temos máis competencia, algunha desleal»
En la empresa trabajan ahora 7 personas. Faena no les falta. «Cando empezamos éramos prácticamente os únicos, hoxe temos máis competencia, ás veces desleal porque non é xente formada. Non é chegar a unha granxa e ordeñar, hai que saber moito máis: cando unha vaca está enferma, ter moi controlada a que está tomando antibiótico.... son moitas cousas».
Prestaciones como la que da Manuel mejoran la calidad de vida en el campo. Eso también aporta mucho más que un grano de arena al relevo generacional dado que la falta de servicios es uno de los grandes escollos que frenan la incorporación. Porque como apuntan organizaciones como Unións Agrarias «a escasa oferta de servizos públicos nas vilas está consolidando unha Galicia de dúas velocidades, nas que o acceso a unha sanidade con presenza de especialidades médicas, o transporte adaptado a realidade xeográfica e demográfica, as novas tecnoloxías ou o acceso a cultura son claros expoñentes da realidade deficitaria do medio rural». De ahí la urgencia de emprender proyectos viables que atraigan población y, de esa forma, conseguir servicios.
![José regresa todos los días a su casa desde Coristanco para ayudar en la explotación de sus padres en la que quiere quedarse](https://img.lavdg.com/sc/dZMkgFqHtO49ZwcllyTW-fVgDIo=/480x/2021/07/04/00121625417525671261383/Foto/i04l1050.jpg)
«A percepción que hai do que é o traballo no campo e nas explotacións varía moito en función da zona, tamén a forma de xestionar as granxas é moi distinta. Nas áreas onde o sector está menos modernizado, aínda nas casas non animan a continuar, prefiren que te adiques a outra cousa. Noutras zonas, en cambio, é todo o contrario e coincide con aquelas nos que o sector está máis avanzado». Eso es lo que observa José Silva, que tiene 20 años, estudia el ciclo superior de Gandeiría e Sanidade Animal en la EFA de Fonteboa, en Coristanco, y cada día recorre los 200 kilómetros de ida y vuelta que separan el centro de su casa en Lalín. Su idea es quedarse en la granja familiar: «Meus pais teñen unha gandeiría e volvo á casa para axudarlles. O traballo na granxa é algo que me gusta». Él quiere permanecer en el campo.
«A inversión que tés que facer ao primeiro é moi elevada e iso non é algo doado para alguén que non ten granxa na familia e ten que partir de cero»
También lo hará Uxía Pérez, una chica del concello de Lalín, que estudia en Sergude y que fue alumna del primer curso de gestión empresarial para ganaderos que imparte Medio Rural. Su idea es sumarse a la granja que ya llevaban sus bisabuelos. Aunque la percepción del trabajo en una explotación ha cambiado mucho, reconoce que «aínda costa ver as granxas como empresas». Aunque ella tiene suerte porque va a sumarse a una explotación familiar, observa un gran reto para aquellos jóvenes que quieren incorporarse partiendo de cero: «A inversión inicial que tes que asumir é moi elevada e iso é moi complicado para un rapaz de vinte anos», dice. Una buena alternativa sería arrendar las granjas que abandonan la actividad, pero ahí hay otro escollo: la figura jurídica de las explotaciones —muchas son de personas físicas—, frena a veces las transferencias de explotaciones ajenas a la familia. «É normal —dice Uxía—porque moitas veces a granxa forma parte da casa e é como arrendar parte do teu fogar»