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«No caso de que varias granxas se animen a instalar unha planta de biogás, fágome socia»

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

En la granja de Andrea usan collares para controlar el bienestar animal
En la granja de Andrea usan collares para controlar el bienestar animal ANA GARCÍA

Los jóvenes que toman el relevo en el campo creen en la aplicación de la tecnología para mejorar la sostenibilidad medioambiental de sus explotaciones como pide Bruselas

28 may 2024 . Actualizado a las 20:38 h.

El año de la pandemia, el 2020, Andrea Canosa decidió recorrer el mismo camino que años antes habían tomado sus padres para coger el testigo de la explotación familiar ubicada en el concello coruñés de Dumbría. A sus 25 años, ella es la tercera generación de una estirpe de ganaderos lácteos que desarrollan su actividad en Dego S.C., una granja intensiva miembro de la cooperativa CLUN. Y Andrea, que estudió el ciclo superior de Gandeiría y Asistencia en Sanidade Animal en el Centro de Formación e Experimentación Agroferestal de Sergude, es además una de las participantes en el proyecto Erasmus+ Up-Farming, promovido por la Asociación Galega de Cooperativas (Agaca) y por la Confederación Italiana de Agricultores (CIA) Agricoltori delle Alpi para apoyar a las pequeñas explotaciones en el camino hacia un cambio de modelo productivo que las haga más sostenibles económica y medioambientalmente. ¿Cómo conseguirlo? Con formación.

Y para eso, para formarse y para ver qué estaban haciendo en granjas lácteas del Piamonte italiano, Andrea se apuntó al proyecto. En abril del año pasado, junto a Alex, Eloy, Alba y Luciano, los otros jóvenes de Galicia que participaron en la iniciativa, viajó al norte de Italia, a la zona de Turín, para comprobar cómo trabajaban los ganaderos de esa parte del país en materia de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente. Estos jóvenes son la prueba de que las nuevas generaciones que han tomado, o tomarán, el relevo en el campo están interesadas en aplicar fórmulas de manejo más sostenibles con el medio ambiente. No solo con las recogidas en los ecorregímenes de la política agraria común (PAC), también con algunas más. El problema es que, a veces, las circunstancias económicas o geográficas no lo permiten o lo hacen más complicado. Un ejemplo de ello lo pudieron ver en Italia con las plantas de biogás.

«Chamoume a atención que en Italia traballaban moito co biogás. En Galicia esa é unha alternativa que non está estendida como alí», comenta la ganadera. Populares en Centroeuropa, pero no tanto en España, las plantas de biogás son una alternativa para fomentar la economía circular al convertir el estiércol en gas del que luego se obtiene energía eléctrica o calor para autoconsumo o para comercializar el excedente.

Para Andrea la idea no está mal, pero el tamaño de las granjas gallegas no permite rentabilizarlas en solitario: «A menos que se faga a través dunha cooperativa, unha granxa soa non o pode asumir. En Italia todo se fai por medio de cooperativas, un modelo que en Galicia, aínda que hai algunhas como CLUN, na que estou, non é tan común como alá».

Pero está dispuesta a cambiar el compás en el campo gallego porque, como dice, «no caso de que alguén se anime a levar a cabo a idea, animaríame como socia», esgrime.

Los padres de Eloy tienen una ganadería, pero él trabaja en Aira.
Los padres de Eloy tienen una ganadería, pero él trabaja en Aira.

El viaje al Piamonte también le ha valido a Alex, un estudiante de Ingeniería Agrícola y Agroalimentaria en el Campus Terra que durante el verano trabaja en las explotaciones que su familia tiene en A Mariña, el grupo Casa Barbeiro, para ver por primera vez una planta de biogás en funcionamiento. Fue la de una cooperativa de unas veinte explotaciones que producen energía para autosuministro, pero con lo que les sobra también surten un hospital de la zona. Y como Andrea cree que es una idea factible en Galicia, pero solo poniéndola en marcha entre varias granjas: «terían que xuntarse tres ou catro granxas dunhas mil cabezas», comenta este joven de 25 años.

En cambio, no lo ve tan claro Luciano. Estudió Ingeniería Agropecuaria en el Campus Terra y, aunque no tiene granja, también se fijó en la planta de biogás: «La planta que fuimos a ver recogía restos de veinte granjas para generar energía para surtir a un hospital que estaba a unos kilómetros. ¿Tantas granjas para solo esa generación de energía realmente compensa?», se pregunta. Y Alba, cuya familia tiene la ganadería y quesería Quintián en O Páramo, también duda. Estudió el mismo ciclo que su compañera y ahora cursa Veterinaria. Ella es de las que cree que en Galicia una planta de ese tipo «resulta inviable a menos que se faga entre varios, pero tamén depende de onde estea situada para sacarlle partido porque o minifundio e as distancias non axudan».

Alex muestra la máquina que inyecta purín y hace el sembrado
Alex muestra la máquina que inyecta purín y hace el sembrado XAIME RAMALLAL

Pero el viaje les ha servido para mucho más. Alex se percató de que, a diferencia de Galicia, en el Piamonte la ganadería es complementaria de la actividad agrícola. Y sobre todo, le llamó la atención el modo en el que aplicaban el purín: «Xa non o botan co prato, faise de forma inxectada para evitar que os gases do xurro cheguen á atmosfera. Facían moito fincapé niso por esa razón». Pero eso que en Italia es común, en Galicia lo es menos por las características del terreno. Eso que en la granja de su familia, el Grupo Casa Barbeiro, en A Mariña, llevan ventaja: «Na nosa granxa xa o estamos facendo desa maneira porque temos unha máquina que inxecta xurro e fai unha sementeira con mínimo labor».

Eloy, cuya familia tiene una explotación de ganado en pastoreo en Chantada y que ahora trabaja como encargado del parque de maquinaria de la cooperativa Aira, descubrió nuevas formas de combinar cultivos, la importancia de que los animales tengan una buena genética o cómo explotar los puntos fuertes de una ganadería.