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La cooperativa nacida en los 60 para sortear la emigración continúa transformando leche

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

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Superado un duro bache, Loureiro busca fórmulas para reactivar su negocio

02 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un lugar en el interior de la provincia de Ourense donde la venta directa de leche permitió que varias familias tuvieran la opción de quedarse en Galicia en lugar de emigrar. Porque allá por la década de los sesenta las cosas no eran fáciles en las zonas rurales, donde a muchos no les quedaba más remedio que continuar haciendo las maletas para cruzar el Atlántico o coger el autobús con destino a Centroeuropa. Ese lugar está en el concello de O Irixo, en Loureiro, donde un grupo de ganaderos se aferraron a la materia prima que obtenían de sus vacas para quedarse. Entonces había en el municipio unos 5.833 habitantes de derecho; hoy hay 1.391. Aquellos hombres y mujeres se dieron cuenta ya entonces de que no valía solo con ordeñar leche, había que hacer algo más para poder vivir. E hicieron caso a Antonio González, un sacerdote nacido en el pueblo, que les ayudó a crear la Sociedad Cooperativa de Santa Marina de Loureiro, que aún hoy, con unos 40 socios y media docena de trabajadores, forma parte del listado de 122 empresas dedicadas en Galicia a la elaboración, fabricación y transformación de productos lácteos, según los datos del Rexistro Sanitario de Empresas Alimentarias e Alimentos de la Consellería de Sanidade.

Uno de los socios fundadores fue el hermano del sacerdote. Junto con el resto de familias adscritas —unas 80 pequeñas granjas— empezaron a comercializar directamente su materia prima en Ourense y luego, poco a poco, comenzaron a transformarla. Hasta lanzaron el primer kéfir, Loureiro, hecho en Galicia en 1998. Durante más de cinco décadas han vivido la evolución de un sector lácteo que tiene entre sus grandes retos, además de la transformación, el de garantizar el relevo generacional. Sobre todo en la provincia de Ourense, donde la mayor parte de las explotaciones de leche dieron el salto a la carne. Todo eso lo vio también Antonio González, que aún vive y que en una entrevista concedida hace unos años recordaba que «hablarles de Dios a los vecinos era muy importante, pero también era preciso ayudarles a vivir mejor».

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Fue precisamente la falta de relevo generacional lo que hace unos meses puso contra las cuerdas a una cooperativa que, en el último momento, logró que no cerrase la única granja que quedaba como socia de la cooperativa: «Ao final a nora da titular que se xubilou colleu o testigo. O resto do leite que precisamos témolo que mercar en granxas ecolóxicas da zona do Deza. Iso supón un incremento de custes de produción porque non é mesmo recoller o leite na parroquia, coma antes, que telo que ir a buscar fóra», explica Dolores Fariña, miembro de la junta directiva, socia de tercera generación y portavoz de la cooperativa que está ahora en plena reformulación. Y lanza un anzuelo: «Unha granxa láctea que abra no concello tería futuro porque a compra do leite teríaa asegurada».

Tras el bache ahora la cooperativa trata de remontar de la mano de una junta rectora integrada por hijos y nietos de los que los fundadores: «A presidenta é Mar Bernárdez, a neta de José Rodríguez, que era presidente no 1966», cuenta Dolores Fariña.

Desde las oficinas que tienen en Loureiro recuerda como empezó todo: «Os socios envasaban o leite nunhas botellas de cristal que levaban ata Ourense —la capital está ubicada a unos 80 kilómetros de O Irixo— en Land Rover para repartir casa por casa». Del cristal pasaron al plástico, con la compra de una envasadora en los años 80, y ya a principios de la década de los noventa comenzaron a transformar la leche en queso, kéfir y yogur. La intención es continuar transformando: «Envasamos leite fresco e facemos iogur e o kéfir ecolóxico. O único gandeiro lácteo en ecolóxico da provincia de Ourense está en O Irixo. Pero a idea que temos é retomar a elaboración de queixo que se paralizou en setembro. Continuar coa tradición».