Medio siglo de rapa en la sierra de A Capelada, en Cedeira: «Hai 'besteiros' desde oito anos ata 80»
GANADERÍA
El curro de pena Toxosa recreó un ritual atávico convertido en espectáculo
03 jun 2024 . Actualizado a las 12:15 h.«De récord mundial» calificaba Jorge Bellón la rapa das bestas de A Capelada, justo el año en que cumple medio siglo. Y es que por el curro de pena Toxosa pasaron 260 ejemplares adultos y cerca de 40 potros, como indicó el presidente de la Asociación San Andrés Eventos, la entidad organizadora, con apoyo del Concello de Cedeira, la Xunta, la Diputación y el colectivo Eufundevivo. «Saíu todo redondo, hai bestas que xamais na vida viñeran», destacó. Este ritual atávico convertido en espectáculo fue seguido por cientos de personas pese al nordeste fresco, que dio una tregua a la hora de comer, lo que animó a muchas a quedarse.
Hace 50 años que varios vecinos se reunieron y acordaron organizar la rapa en pena Toxosa. «Decidiron facer un curro e falaron de onde era mellor sitio», señala Ismael Durán, besteiro, igual que su abuelo, Andrés Breixo, uno de los ganaderos que estaban en aquel encuentro. «Meu pai tamén estivo implicado», comenta. Ahora, con él va su hijo mayor, Gael, de ocho años. «É o máis pequeno de todos, e hai xente maior, ata de 80 anos», apunta.
Gael, el más pequeño
Gael se sumó, a caballo, a los trabajos previos al día grande. «O xoves e o venres xuntamos os cabalos e as eguas (imos uns quince a cabalo e o resto, a pé), e o sábado traémolos desde o campo da Armada, en San Andrés (a uns oito quilómetros) ata o cerrado que hai ao pé do curro, dunhas cinco hectáreas», detalla Durán. Comenzaron el jueves por los montes de la parroquia de Montoxo y el viernes siguieron por los de San Andrés. Como dicta la tradición. Medio centenar de besteiros se ocuparon de conducir a los animales, «igual que se facía antigamente». Los ganaderos reconocen que cada vez resulta más difícil juntarlos, «porque hai menos, por mor dos ataques do lobo». Aun así, en el 50 aniversario rozaron los 300.
Durán incide en la importancia de la rapa para los caballos salvajes de A Capelada, «sobre todo pola desparasitación interna e externa que se lles fai», aparte de cortarles las crines o colocarles chips o crotales de identificación y aprovechar para la compraventa de ejemplares. Recuerda la rapa desde niño, y la disfruta. También hay besteiras, alrededor del 20 %. «Ya somos unas cuantas», subraya la cariñesa María Garrote, que se crio entre caballos y que estos días lo ha dado todo en los montes de A Capelada, como sus compañeros. «A esta rapa llevo asistiendo toda la vida, el día grande. Pero todos somos conocidos, mi padre ya colaboraba y ahora estoy metida yo como besteira, ya por tercera vez. Voy a pie para traer los caballos, y me toca rapar y desparasitar, de todo», señala.
A esta vecina de Cariño, estos animales le aportan «muchas cosas buenas, a nivel personal y emocionalmente», pero remarca «lo beneficiosos que son para nuestros montes (en la prevención de incendios)». Ayer se le notaba el cansancio, tras casi una semana de faena: «El lunes ya se empezaron a coger algunas». Indica que «lo más difícil es juntarlos, porque es una extensión muy grande, y reunir los rebaños para llevarlos al curro cuesta».
Beneficia al animal y al monte
Las bestas que se vieron ayer en pena Toxosa —y las que ya se habían rapado y desparasitado la víspera, la mayoría— se mueven por toda la Serra da Capelada, desde el municipio de Cariño al de Cedeira, pasando por Ortigueira. Ayer, en el último arreón, tuvieron que bajarlas del cerrado donde pasaron la noche al curro. «Ahí vamos casi todos a pie, montando es muy difícil porque hay mucho pino y es complicado maniobrar», apunta Garrote, que se siente parte del equipo: «En este grupo, las besteiras estamos muy integradas [...]. Todos vivimos el mundo del caballo y hacemos todo lo posible para que estén bien, ellos y los montes».