De Ecuador a ser la veterinaria de 50 granjas con más de 3.000 animales por la montaña de Ourense

GANADERÍA

Sol Alvarado retomó sola y de cero una Agrupación de Defensa Sanitaria que se había quedado sin trabajadores
24 may 2025 . Actualizado a las 20:13 h.Sol Alvarado dice que hay que tener mucho corazón y mucho estómago para ser veterinaria en el rural. Ella lo cumple. Aunque lo que más la ha impulsado fue la valentía de «dejarlo todo atrás». Se fue sola de su Quito natal para estudiar en España y terminó asentándose en Ourense a sus 28 años. Recuperó una Agrupación de Defensa Sanitaria (ADS) de 50 granjas con 3.000 cabezas de ganado, todas en extensivo, repartidas por la montaña de la provincia. «Al principio fue muy duro, pero ahora estoy encantada», confiesa.
La llegada de Sol Alvarado ha sido un alivio para decenas de ganaderos de varias comarcas de Ourense (A Limia, A Baixa Limia o Celanova). La ADS existía desde hace unos cinco años, pero la escasez de veterinarios en el sector primario la había dejado paralizada. La profesional ecuatoriana se atrevió a retomarla desde cero. Llegó a Galicia después estudiar la carrera en su país, un máster en Biotecnología en Cádiz y otro en Salud Pública Veterinaria en Córdoba. Por el retraso para homologar su título universitario, en Andalucía hizo prácticas de auxiliar de veterinaria, algunas ya en zonas rurales. Una vez pudo completar todos los trámites, fue contratada por Tragsa en Ourense, en septiembre del año pasado. Dejó el sur: «Era triste pasar por carreteras por las que no había ni hierba. Aquí descubrí todo verde, montañas, superbonito, es más o menos como mi país». La veterinaria se dedicó a realizar el saneamiento de diferentes explotaciones y los ganaderos empezaron así a conocerla. Por su buen trabajo y su vocación, se pusieron en contacto con ella en febrero para ofrecerle que se encargara del plan sanitario de la ADS. Pese a desconocer el terreno y la burocracia de la Xunta, dijo que sí. «Jamás me imaginé que iba a terminar en el rural, pensaba que trabajaría en una clínica, pero me nació un afán por las vaquitas y me encantan», bromea.

Recuerda que la primera semana «estaba temblando». No hubo ningún veterinario que la guiase. Empezó de cero. Abarca ganaderías fronterizas con Portugal, otras en A Limia o en zonas más dispares como Cartelle o Celanova. Acude una a una a las granjas, realiza una encuesta de bioseguridad de varias enfermedades y después hace un informe con las muestras tomadas. A raíz de eso, toma las decisiones pertinentes de recomendaciones para un buen manejo sanitario de los animales así como un programa de vacunación. El objetivo final es crear un plan integral que abarque a toda la ADS. «Aquí la mayoría de los ganaderos están muy preocupados por sus animales, con encuestas favorables. No los tienen por tener», asegura. Tres días a la semana se dedica al trabajo de campo y otros dos se enfrenta a la alta columna de papeleo que tiene que resolver. A pesar de abarcar enormes distancias, confiesa que le gusta: «Si no fuera por mi carrera no conocería ninguno de estos lugares de montaña, estoy muy agradecida». Al ser todo ganado en extensivo, el manejo es más complicado que si trabajase con explotaciones de leche. La organización es clave. Tiene que convocar días antes a los ganaderos para que bajen a los animales del monte y ella pueda verlos. «También me gusta el contacto con la gente, cada uno es de su padre y de su madre, pero todos me recibieron genial», cuenta.
Después de cuatro meses, ya tiene los informes de la mitad de las explotaciones de la ADS. Por el momento, no cubre la parte clínica, porque no daría abasto. Además, asegura que los ganaderos dan prioridad a tener integrado el plan sanitario. Está siendo un camino laborioso y duro, en parte porque en España la veterinaria todavía es una rama que no está dentro de la sanidad, tal y como explica Sol. «Es difícil hacer la parte clínica», opina. No ayudó el decreto recientemente aprobado sobre los medicamentos, que generó huelgas por todo el país. «Está bien que quieran manejar y reducir el uso inadecuado de los antibióticos, pero si hay animales con urgencias, no se tiene tiempo de hacer antes un antibiograma. Parece que no confían en nuestro criterio», expone.

Sol entiende la falta de veterinarios en el rural, porque es una rama más peligrosa que la de los animales pequeños y las condiciones son más duras. «Si no te gusta, no vas a ningún lado», concluye. Por suerte para parte del sector primario de Ourense, en ella ganó la vocación. «Me gusta ayudar a la gente a que comprenda la importancia de tener bien a sus animales. La ganadería ya no es como antes», explica. La ecuatoriana echa la vista atrás y aún no se cree que haya apostado por establecerse sola, sin su familia, en Ourense. Pero el balance es positivo: «Ha sido para bien, he conocido gente maravillosa».