
Abegondo fue el primer concello en analizar los sistemas de abastecimiento autónomo. Constató que ninguna captación cumplía las normativas sanitarias
15 ago 2023 . Actualizado a las 01:11 h.«Levo bebendo deste auga toda a vida e nunca pasou nada». Los ingenieros que patean las aldeas para animar a los vecinos a registrar sus traídas comunitarias o a hacer unos exámenes del agua que emana de sus pozos o manantiales que analicen más parámetros que los que se miden en las farmacias saben que ese será uno de los primeros muros que deberán de derribar. Y alguno de esos ingenieros confiesa que más de una vez ha tenido que recurrir al infalible recurso de los nietos para empezar a hablar: «Ás veces tes que explicarlles: "A ti esa auga nunca che fixo nada, pero cando veña o neto aquí ao mellor non lle senta igual que a ti"», dice uno de los que han hecho kilómetros y kilómetros para explicar a los vecinos sin acceso a redes municipales la importancia de hacer una buena gestión de las traídas.
No falla. Bueno, a veces. Porque convencerles de que «a analítica da farmacia non é suficiente» porque hay que revisar también el nivel de nitratos y metales y que mejorar los puntos de captación es fundamental para que no haya problemas de cantidad ni calidad del agua no es fácil.

En el municipio de Abegondo les llevó cuatro años. Más de 1.460 días en los que estuvieron trabajando «pico y pala» con la ayuda de la Asociación de las Traídas de Aguas (Coxapo) para lograr que las 389 viviendas que se abastecían por medio de traídas vecinales o particulares y de pozos privados tuvieran acceso a un agua de calidad. Lo hicieron en el marco del proyecto Life Rural Supplies, una iniciativa impulsada por el Concello de Abegondo, Augas de Galicia y la Consellería de Sanidade en el marco del programa Life de la UE, y que ahora han empezado a replicar en otra media docena de ayuntamientos gallegos —Galicia tiene 313 municipios— que en su día manifestaron interés en sumarse a la iniciativa porque ya había comunidades de vecinales que querían dar un paso adelante en la gestión del agua: Cerdedo-Cotobade, Oia, Oimbra, San Xoán de Río, Mondariz y Baleira.
Casa por casa
«Tivemos que ir casa por casa, vendo de onde collían a auga, de pozos ou de traídas... Comprobamos que había 32 traídas veciñais, pero só en tres habían comunidades de usuarios legalmente constituídas. Fixemos analíticas de tódolos parámetros e ningunha captación cumpría coa normativa sanitaria», recuerda uno de los que participó en el programa.
Aquellos datos han quedado recogidos en la memoria del proyecto, pero también en la de Miguel, que tomó el relevo de Agustín Vázquez como encargado del mantenimiento de la traída vecinal de A Malata que, con el Life Rural Supplies, ha dado un giro de 180 grados al agrupar seis traídas vecinales y varios pozos particulares que antes estaban contaminados.
Este voluntario recuerda como un vecino de A Malata, en la parroquia de Vizoño, no veía el momento de que arreglaran la red de traída después de que su mujer, tras conocer el resultado de las analíticas, lo obligara a ir todos los días hasta el Manantial de la Plata para buscar agua potable.
Plan de autocontrol
Miguel no olvida tampoco anotar cada día el nivel del agua que van a beber los 115 vecinos que se surten en esta traída, ni sus valores. Nació en Abelar, vive en A Malata y cuando se prejubiló tomó las riendas del agua. Cada 24 horas va hasta la estación de tratamiento de agua potable porque en sus manos está llevar a cabo el plan de autocontrol de la comunidad de usuarios. A veces, al terminar, se sienta un rato junto a la fuente del escultor Carlos Fierro en la que una rabilonga escupe agua. Es un homenaje a esos señores que al igual que esas pequeñas salamandras saben bien dónde está el agua potable.
«Antes escaseaba auga e non podías beber. Non houbo 160.000 euros mellor gastados»
Mejorar la red, su diseño y la infraestructura, tiene un coste. Aunque hubo ayudas de Europa, en Abegondo los vecinos encargados de la gestión de esas traídas también tuvieron que poner su parte. La financiación fue público-privada en un 65% y un 35%, respectivamente. La inversión total en A Malata, donde tuvieron varias alternativas para escoger, fue de unos 160.000 euros. «Houbo veciños que tiveron que poñer 600 euros e outros 2.000», recuerda Miguel. Y para Marisa, la presidenta de la comunidad, «non houbo 160.000 euros mellor gastados».
«Disolvente universal»
Porque como dice «antes había escasez de auga, non había presión porque as casas desta parte do concello están máis elevadas. E non só iso porque non podías beber a auga». Ahora está tranquila. El agua llega con fuerza y puede consumirse con total tranquilidad.
La calidad es una de las cosas que más preocupa porque como explica el presidente de la Asociación de las Traídas de Aguas (Coxapo), Rafael Carrera Díaz, «el agua es un disolvente universal». De ahí que dependiendo del terreno puede contener metales, elementos químicos como el arsénico o nitratos procedentes de los purines con los que se nutren los prados. De ahí que desde Augas de Galicia reiteran que «ter as traídas e os pozos rexistrados permite ter unha información que pode terse en conta no momento de executar unha infraestructura ou dar permiso para unha determinada actividade que poda tocar as augas. Pero non ter unha captación rexistrada fai que non se coñeza onde está».