La andrena, una especie muy polinizadora, ha eclosionado por toda la comarca de A Coruña. Pero hay quien destroza sus colmenas al confundirla con la velutina
09 oct 2023 . Actualizado a las 11:04 h.Con el otoño han vuelto a abrirse pequeños cráteres en caminos y jardines de la comarca. Bajo esos minitúneles se encuentran las abejas andrenas, una especie que sirve de importante contrapeso a esta larga dictadura de las velutinas. Porque estos pequeños insectos son oligolécticos, es decir, coleccionan polen de varias especies de plantas, y potencian así un gesto básico para el desarrollo de la vida como es la polinización, en franco retroceso desde la invasión de las avispas asiáticas.
No obstante, su presencia ya ha despertado alarmas por el temor a posibles picaduras. Su ubicación es delicada, porque se colocan en lugares donde es complejo no pisarlas. Las andrenas excavan en suelos arcillosos, en tierra de poca resistencia, o muy cerca de las raíces de árboles para aprovechar los huecos que genera.
Esta misma semana el Ayuntamiento de Bilbao ha clausurado el acceso a un parque de la ciudad por la presencia de estas abejas, si bien los carteles colocados en el recinto ya avisan de que no se trata de una especie agresiva. También se las conoce como abejas mineras.
¿Qué hay bajo esos pequeños agujeros? Las cavidades pueden llegar a alcanzar una profundidad de 20 centímetros. En ellas las abejas van acumulando alimentos para las futuras crías, que saldrán como hembras o zánganos. Los cráteres no tardarán mucho en desaparecer. Son procesos más o menos rápidos que conviene no interrumpir por la gran labor polinizadora de esta especie, con unas patas muy ad hoc para esas funciones.
Pero el temor a las velutinas y la falta de conocimiento sobre otro tipo de abejas o avispas hacen que se metan a todas en el mismo saco. Los expertos en retiradas de nidos de asiáticas están recibiendo llamadas alertando sobre las andrenas en la comarca coruñesa, que ya han invadido entornos escolares, fincas particulares o caminos. Y hay escenas que acentúan la confusión. «A veces ven una velutina delante de uno de estos agujeros, las personas piensan entonces que intenta entrar, que se esconde allí, pero lo que hace es esperar a que salga la abeja para matarla», explica Lolo Andrade, experto en esta clase de insectos. De hecho, la revista científica Nature acaba de publicar un artículo en el que demuestra que la presencia de avispas asiáticas merma a otras colonias polinizadoras (en este estudio, de las universidades de Santiago, Vigo y Exeter se analizó la interacción de la velutina con el abejorro).
Enemigas del calor
Hay más elementos que están mermando la actividad de las andrenas, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). «Son especialmente vulnerables al calor», indican desde la institución nacional. «La importancia polinizadora de esta especie pasa a ser nula o muy baja en especies que florecen a finales de primavera o durante el verano», añaden tras un trabajo realizado entre 1997 y el 2022. Las plantas en las que forrajean no superan una temperatura de 21 grados y si la propia abeja sube de 31 necesita enfriarse, por lo que modifica su comportamiento.
De este modo, el cambio climático, que ya se manifiesta con una cadena consecutiva de olas de calor y altas temperaturas en otoño y primavera, perjudica a esta especie salvífica para el medio ambiente, al tiempo que potencia la acción destructora de las velutinas, que han encontrado su zona de confort con la subida constante de los termómetros.