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«Conocer el país de origen de un alimento ayuda al consumidor a elegir»

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SOSTENIBILIDAD

La estrategia De la Granja a la Mesa de la UE tiene entre sus objetivos mejorar el etiquetado de los alimentos para promover una alimentación más sostenible y sana

24 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Leer la etiqueta de los alimentos antes de echarlos al carro de la compra no es una costumbre baladí. Indicaciones como el origen de los alimentos ayudan al consumidor a tomar decisiones directamente relacionadas con el cuidado del medio ambiente o la seguridad alimentaria, en línea con las directrices de la Estrategia de la Granja a la Mesa, aprobada en el 2020 para avanzar hacia un modelo alimentario más sostenible y saludable, en el marco de la nueva política agraria común (PAC). De hecho, la mejora de la información que se incluye en las etiquetas era uno de sus objetivos, algo que se materializó en las conocidas como Directivas Desayuno, adoptadas por el Consejo para la actualización de las normas relativas a lo que deben de indicar las etiquetas sobre la composición, el etiquetado y la denominación de la miel, los zumos de frutas, las confituras de frutas y la leche deshidratada.

Expertos en nutrición como el profesor José Manuel Miranda López, del Grao de Nutrición humana y Dietética y miembro del laboratorio de Higiene, Inspección e Control dos Alimentos de la Universdade de Santiago (USC), destacan la importancia del etiquetado, poniendo varios ejemplos de cómo el hecho de mostrar el origen de un producto da información adicional sobre su trazabilidad, ayudando a elegir aquel que más se ajusta al interés del consumidor. No olvidando tampoco que ayuda a reducir la huella de carbono. Porque al elegir un producto de cercanía, producido en el kilómetro cero, se evita emitir todo el CO2 generado por el transporte necesario para que alimentos llegados de más lejos tomen las estanterías de los supermercados. De ahí la importancia de consumir productos de temporada, otra de las sugerencias de De la Granja a la Mesa.

En el caso de la miel —a partir de ahora tendrá que indicarse el porcentaje de cada país de origen— dice que es especialmente importante: «Esta era una de las demandas del sector desde hace tiempo. Hay que tener en cuenta que los controles en frontera de los productos alimentarios que entran en la UE se hacen por muestreo, entonces el hecho de que puedan entrar mieles de una calidad inferior supone una competencia desleal para los apicultores de la UE. O también pueden entrar mieles procedentes de países donde hay mucho rododendro como Turquía o la franja que va desde ese país hasta India. Esta es una especie que tiene alcaloides que pueden acabar provocando un envenenamiento. Entonces es bastante importante conocer el país de origen de un alimento, también el de la miel para prevenir riesgos». Otro de los ejemplos a los que se refiere es el plátano: «Algunos fitosanitarios no están permitidos dentro de la UE, pero son usados en terceros países. Ocurre en el caso de las bananas. Por eso es bueno saber de dónde vienen».

De los controles en frontera de los productos alimentarios ha hablado varias veces el ministro de agricultura, Luis Planas, gran defensor de la puesta en marcha en la UE de cláusulas espejo para que los productos alimentarios llegados de terceros países deban cumplir las mismas reglas que los producidos dentro de las fronteras de la UE. En este sentido ha reiterado más de una vez que «aquí no entra nada sin control» y que las fronteras de la Unión Europea «son las más seguras después de las de los Estados Unidos».

Pero más allá de eso, el hecho de señalar el origen de un producto alimentario también ayuda al consumidor a contribuir al desarrollo económico de los agricultores y ganaderos de su entorno cercano. Algo que tampoco es baladí.