Patrocinado porPatrocinado por

De navegar en buques tramp a seguirlos en la pantalla del ordenador

e. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

cedida

Morgade se «enroló» en Salvamento Marítimo hace más de quince años

16 abr 2023 . Actualizado a las 13:22 h.

La copa América puso patas arriba la vida laboral de Sandra Morgade Viñas hace algo más de 15 años. De la imprevisibilidad de los buques tramp —mercantes sin horario ni fecha fija en el calendario— en los que se embarcaba pasó a la silla y el ordenador de una torre de control de tráfico marítimo. La de A Coruña. Esa hache gigantesca que sirve de meta a runners, da sombra —o ilumina, según la hora— a pescadores recreativos, y pone vistas al mar al caminante que elige el dique para su paseo.

Desde allí arriba, esa especie de gigantesca silla de árbitro de tenis, Morgade, en turnos de tres días, aporta su grano de arena a lo que Salvamento Marítimo hace las 24 horas de los 365 días del año: controlar el tráfico marítimo, luchar contra la contaminación marina y proteger la integridad de la vida humana en el mar. Una institución —si se permite el inciso en el relato— que esta semana acaba de celebrar su 30 aniversario. Y Sandra Morgade también sopló las velas. Como una de esas 1.400 trabajadoras que forman la plantilla de esa sociedad estatal desde aquel día que la llamaron para un trabajo temporal, de tres meses, en el centro de coordinación de Salvamento en Valencia, con motivo de la copa América y los tres meses se convirtieron en cuatro, en cinco... En el 2006 se presentó a las oposiciones, las aprobó y más de tres lustros después, ahí sigue desde la torre de control vigilando que no entorpezcan las derrotas de los barcos que entran y salen de A Coruña, Ferrol y San Cibrao. Y cualquier incidente de contaminación o situación de peligro para la vida humana en el mar que pueda surgir, relató Raúl Villa Caro, doctor ingeniero naval, oficial de la Armada y capitán de la marina mercante, además de coautor del libro La mujer en la mar: historias de sueños cumplidos, a Eva Millán en RadioVoz.

Contó también que la protagonista del Ellas y el Mar de ese viernes no tenía referentes femeninos para lanzarse de cabeza al mar. Ninguna de sus familiares se había dedicado profesionalmente al ámbito marítimo. Pero siendo de A Coruña, el mar siempre está presente. Y Morgade entró en Náutica más por curiosidad que por vocación, atraída por la parte romántica del mar y su pasión por los deportes náuticos. Pero finalmente encontró esa vocación y hoy, dice, volvería a repetir. Estudiaría lo mismo. También afirma que volvería a embarcar. Porque, como todos aquellos navegantes que con el devenir de los años buscan ver el mar desde la orilla más que mecerse entre sus olas, añora aquellas rutas marítimas que hacía en buques de la naviera Fred Olsen, Contenemar, Trasmediterránea... Tanto es así que, ya siendo controladora en Salvamento Marítimo, se tomó un tiempo para embarcar y poder completar los días de mar necesarios para el título de capitana.

Recelos a embarcar mujeres

Tras acabar los estudios de Náutica, Sandra Morgade hizo las prácticas que la llevaron a estar un año embarcada y, a continuación, se enroló como oficial en los barcos de la compañía Trasmediterránea. Entró también en la naviera Suardiaz, que entonces era una de las que más reticencias tenía a embarcar mujeres.

En su currículo abundan los trabajos en buques tramp, que tienen de bueno que no tienen un puerto de escala determinado como los regulares y eso da opción a conocer muchos sitios, pero tienen la parte mala de que no se sabe cuándo zarpan ni cuánto tiempo van a estar navegando. Y a pesar de eso, lo recomienda, porque te hace más fuerte y te prepara para el mundo. El marítimo y el general.

Un día, estando en uno de esos períodos de vacaciones que aprovechaba para realizar los cursos de actualización, la llamaron para trabajar en los operativos de Salvamento Marítimo, que necesitaban refuerzos. Era la época en la que empezaban a proliferar las pateras y precisaban gente. Y se enroló en esa sociedad que le ha reportado experiencias que la han hecho llorar de alegría y también de tristeza. Porque no siempre las cosas salen bien. Y hay emergencias que no se te quitan de la cabeza. Unas en días, otras en meses y algunas ni siquiera consiguen borrarse en años.