En medio de la creación de su novela, Ana Rosa Quintana recurrió a otra persona para cumplir los plazos de entrega. _¿Cómo fue el proceso de elaboración de su novela? _Al empezar Sabor a ti dedicamos varios programas a los malos tratos. A la hora de escribir, pedí a mis compañeros material y me proporcionaron más de cien historias. Todo lo que cuento en el libro es verdad, episodios reales, con nombres y apellidos. De repente tuve la historia muy clara y comencé a escribirla, yo sola, sin prisas... Dos editoriales (Planeta y Plaza & Janés) se enteran, me dicen que están interesadas y me ofrecen como adelanto menos dinero del que se dice. _¿Cuánto, entonces? _Seis millones, no ocho. _¿Cuándo comienza la escritura a cuatro manos? _Al tener que entregar el libro en un plazo empieza la presión y decido contar con alguien de mi entorno para que me ayude... Se establece una complicidad, yo le paso los textos, él los revisa y me ayuda con la informática... _Algunos ordenadores, como las pistolas, los carga el demonio, cuyos colores favoritos son el rojo y el negro. _Todo ha sido bastante casero, y ahí es donde metí la pata, por un exceso de confianza. Pero no fue un negro quien escribió la novela. No se pone el nombre de un negro en unos agradecimientos, como hice yo. Sólo le di a mi colaborador el libro para un repaso técnico. _¿En qué se basó su tarea? _Él introduce a posteriori lo de Danielle Steel seguro, y lo otro (Mastretta, El pájaro espino...) ya estaba, eran aportaciones suyas. Me decía: «Este capítulo es muy largo, o a este otro le falta algo». Pero si se lee con detenimiento, cualquiera puede darse cuenta de que lo añadido es puro relleno.