Ana Rosa Quintana, autora de «Sabor a hiel», libro acusado de plagiar al menos otras tres obras Antes de acceder al despacho de la presentadora más famosa de la televisión nacional todo son advertencias. «Nada de frivolidades, esto es una entrevista seria», amonesta el subdirector de comunicación de Antena 3. Uno pone cara de circunstacias, se abrocha hasta el penúltimo botón de la camisa _las concesiones llegan hasta ahí_ y procura pisar con paso firme hacia donde espera la escritora.
25 oct 2000 . Actualizado a las 07:00 h.La presentadora, serena y amable, recibe cordialmente. Rechaza la mano y va directa a los dos besos. «Ayer me fui de juerga con mis amigas, me estaba haciendo falta», dice. _También es mala suerte que en un país con un índice tan bajo de lectura una señora se lea su libro y también el de Danielle Steel... _Peor suerte es todavía lo de Mastretta, porque lo de Danielle Steel no estuvo nunca en mi manuscrito, yo no lo leí. Pero los de Mastretta han sido unos párrafos que no fui capaz de detectar cuando corregí el libro. En estos días he hablado con muchos amigos, intelectuales, y se han sorprendido de que una lectora hubiese sido capaz de volver atrás hasta localizar cuatro líneas descriptivas de otra novela. Me parece muy difícil y muy extraño. No sé, son muchas coincidencias... _¿Se cree víctima de una conjura? _No voy a hablar de complots porque no puedo demostrarlo, pero lo que a nadie se le escapa es que en mi caso la reacción ha sido absolutamente desproporcionada. Creo que si hubiese plagiado un libro entero y asesinado al responsable de hacerlo por mí habría tenido menos cobertura. _¿Qué necesidad tenía una de las presentadoras mejor pagadas de la televisión nacional de convertirse en escritora? ¿Fue sólo vanidad? _Yo no me he querido convertir en escritora, y afortundamente tampoco tenía ambición económica. Esta temporada, simplemente con haber presentado mi programa y El bus hubiese ganado cinco veces más. No escribí una novela por ser novelista, sino porque creí que así iba a llegar mucho más a las mujeres que están preocupadas por los malos tratos. _Antes de esto, ¿había oído hablar de los «negros»? _Había oído hablar en tono jocoso, incluso de escritores consagrados como Dumas y Shakespeare, que tuvieron negros. Lo que he descubierto ahora es la cantidad de gente que ha triunfado y que antes había sido negro de alguien. Me gustaría saber de quién. Si se sabe lo mío, ¿por qué no se sabe lo de los demás? _¿No ha recibido ofertas de «negros» para futuras colaboraciones? _Si hubiese querido un negro habría elegido el mejor. Éste no ha sido el caso _¿Ahora la miran de un modo distinto por la calle? _La gente está más cariñosa conmigo que nunca.