MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ CRÍTICA DE CINE
02 jun 2001 . Actualizado a las 07:00 h.El original es Happy Texas, pero aquí la trivializan con un Salvajemente tiernos que provoca serias dudas sobre la capacidad intelectual del responsable. Sin embargo, es cine independiente del puro. Fresco, atrevido y sugerente, que además aporta un bien tan escaso como la originalidad. En el contexto industrial norteamericano se entiende como cine independiente aquellas producciones de bajo costo que, al no depender de las imposiciones multinacionales, gozan de absoluta libertad para hacer lo que les venga en gana. Más o menos, con matices. Salvajemente tiernos pertenece a ese grupo y que finalmente haya pasado al gran circuito se debe a su notable acogida en el prestigioso Sundance creado por Robert Redford. Estamos ante una alocada comedia que, sin embargo, nada tiene que ver ni con los excesos mamarrachos de las salchichas teen ni con las ya caducas extravagancias tarantinianas, aún siendo de ambiente cuasi fronterizo y estando protagonizada por personajes en su mayoría de luces limitadas o de complejo perfil psicológico. Arranca como drama, se desarrolla en clave divertimento y opta por un final de amarga dulzura. No es película para aguantar mucho en cartel, porque el mercado impone unas reglas muy estrictas, pero merece seguir en lo que tiene de cara B del cine made in Hollywood. El guión es de trazos robustos, los personajes están bien diseñados y hábilmente gradados, y finalmente logra crear un espacio y una atmósfera que, por momentos, parece llevarnos al cine de los Coen. Atención a los papelones de Macy y Perlman.