En la primavera de 1999, la productora Continental empezó a estudiar la posibilidad de llevar al cine O lapis do carpinteiro, de Rivas, dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón. El proyecto no salió adelante. La novela de Manuel Rivas cuenta la vida «de unos seres que gracias al poder de su fantasía e imaginación levantan barricadas contra la represión, es una historia donde el amor sobrevive», afirma Antón Reixa, que debuta en la dirección. La trama relata la historia de amor entre Marisa Mallo (Adánez), la hija de una contrabandista fascista, y de Daniel da Barca (Ulloa), un médico socialista prisionero durante la Guerra Civil. Mientras Marisa trata de sacarle de prisión, Daniel lucha contra la desesperanza con la palabra y la imaginación, rodeado de compañeros que, como él, sufren la represión. Uno de sus amigos es un carpintero que, con su lápiz y un viejo cuaderno, traza imágenes sobre lo que dentro de esos muros se vive: el horror, la brutalidad, los fusilamientos clandestinos... Cuadros que se fijan en la conciencia de uno de los carceleros, Herbal (Luis Tosar), celoso y obsesivo, que guarda un peligroso secreto que le une a Daniel. Colaboraciones y «cameos» «Quizá es un tema muy manido en el cine español, pero Rivas aporta un punto de vista inédito», sostiene Reixa, que ha contado en el reparto con más de sesenta colaboraciones y cameos de actores como Nancho Novo, María Pujalte, Manquiña, Anne Igartiburu, Sergio Pazos o Carlos Sobera. Incluso el propio Rivas hace su primera incursión ante las cámaras, con un cameo en el que interpreta a un fusilado, aunque «no era mi intención morirme, pero tampoco quería salir mucho». Tristán Ulloa no dudó en sumarse al proyecto -coproducido por Morena Films, Portozás Visión, Sogecine, Telemadrid y TVG y Caixanova-, ya que «me toca muy de cerca, soy medio gallego y mi familia, que era republicana, tuvo que exiliarse en Francia». Rivas entiende que «una novela y una película son dos ventanas distintas hacia un mismo paisaje» y apunta que «me gustaría que en Galicia se dé el fenómeno irlandés, no el político, claro -se apresura a corregir-. Allí la literatura sirvió de humus para una buena producción cinematográfica, ojalá aquí pase igual».