Las últimas palabras del Nobel Camilo José Cela fueron para su mujer y de reconocimiento a su pueblo Camilo José Cela falleció el jueves 17 de enero de 2002, a las siete de la mañana, a consecuencia de la insuficiencia cardiorrespiratoria crónica que padecía. Sus últimas palabras fueron para decirle a su mujer, la periodista Marina Castaño, que la quería, y para recordar a su Galicia natal con un emocionado «¡Viva Iria Flavia!».
18 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Según el equipo médico que lo atendió, el escritor de Padrón murió sin sufrir. Las insufiencias respiratorias provocan un exceso de anhídrido carbónico en la sangre que tiene efectos anestesiantes, por lo que Cela se durmió para ya no volver a despertarse más. El lunes, a las seis de la tarde, el Premio Nobel gallego se sintió indispuesto e ingresó en la clínica Cemtro de Madrid con claros síntomas de fatiga. Su mujer, Marina Castaño, no se separó ni un momento de su lado en los tres últimos días. Pedro Guillén, el director del centro médico, afirmó que la unión entre Cela y Marina Castaño era tal que cuando el martes se hizo necesario el traslado del paciente a la Unidad de Cuidados Intensivos éste se negó para no tener que separarse de ella. Los médicos, finalmente, acabaron instalando los monitores en la propia habitación para prestarle la debida atención. Según afirmó Guillén, Cela le pidió personalmente que cuidara de Marina. «Parece frágil, pero no lo es. Cuidala, porque ésta criatura se lo merece», dijo. Amor Las últimas palabras del autor de La Colmena y de La familia de Pascual Duarte fueron para reiterarle su amor a su mujer y para recordar su pueblo natal, Iria Flavia. El director general de la Fundación Camilo José Cela, Tomás Cavanna, se encontraba en la habitación junto a Cela y Marina Castaño en el momento del óbito. La muerte le sobrevino al escritor mientras era abrazado por su esposa. La desgracia quiso que el fallecimiento del último Premio Nobel que ha dado España se produjera el mismo día del cumpleaños de su hijo, que se enteró de la triste noticia en Palma de Mallorca, donde trabaja. El director de la clínica donde murió Camilo José Cela aseguró que, pese a la gravedad de su estado, el escritor ha estado activo hasta el final. Según explicó, «le veíamos escribir por las noches, inclinado y utilizando un lápiz, como hacía siempre». Aún tuvo fuerzas, el miércoles por la mañana, para redactar un artículo que sirviera de homenaje a su gran amigo José María Sánchez, el autor de Marcelino Pan y Vino, fallecido esta misma semana. Lúcido hasta el final Desde la una de la madrugada del miércoles, Cela ya no respondía a estímulos, ni siquiera a fuertes presiones. Sólo a partir de ese momento dejó de tener la lucidez y la clarividencia que le han caracterizado a lo largo de toda su vida. El día anterior no sólo escribió el artículo sobre Sánchez Silva, también intentó despachar, y lo hizo, con el director general de la Fundación que lleva su nombre, Tomás Cavanna. Le mandó que diera recuerdos a la familia de su gran amigo José García Nieto, académico y escritor fallecido hace unos años. El estado de salud de Camilo José Cela era irreversible, según el equipo médico, hace dos días, pero por expreso deseo suyo no se informó a los medios de comunicación. «Quería desaparecer sin armar revuelo», explicó Pedro Guillén. El director de la clínica madrileña, que también era amigo personal del escritor, recordó emocionado que hace escasos días le escribió una carta, Carta a Don Pedro, con el simple deseo de que le gustara. Los médicos que le han atendido en sus últimas horas calificaron ayer de «enfermo ejemplar» al autor de La familia de Pascual Duarte y de un centenar de obras.