J.R.R. Tolkien era un sedentario profesor de Oxford que sólo viajaba a través de sus lecturas Ni Indiana Jones ni De la Quadra Salcedo ni botas de las siete leguas. El hombre que escribió «El Señor de los Anillos» no tenía nada de aventurero. J. R. R. Tolkien llevaba una vida sedentaria y sólo viajó por la Tierra Media de su imaginación. Empleó doce años en narrar sus sueños entre el estudio de su casa y sus clases en Oxford. Una biografía sobre el escritor cuenta secretos y curiosidades sobre los personajes más en boca de todos.
24 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Vayamos primero con el auténtico señor de los anillos, con su creador. Cómo era: Guerra y familia. La aventura más grande de la vida de Tolkien fue participar en la Primera Guerra Mundial en el infernal frente de trincheras en Francia. Padeció fiebres y tuvo que ser hospitalizado. La otra gran aventura de sus 81 años fue casarse y tener cuatro hijos. Estuvo con la misma mujer más de sesenta años. Ambas no son poca cosa. Lo demás fueron lingüística y literatura. Viajes reales. Muy pocos. A Irlanda con frecuencia a examinar. A Bélgica, ya famoso por el libro, a uno de los pocos homenajes que aceptó. A Suiza, por turismo en su juventud, o a Venecia, que le pareció tan bello como el territorio elfo. Era un hombre de raíces, como los árboles que tanto amaba. Tantas raíces que llegó a vivir cincuenta años en la misma ciudad. Costumbres fijas. El biógrafo Carpenter reconstruye un día en la vida del escritor para subrayar su gusto por la repetición. Primero misa y comunión, después clases en casa para mejorar los ingresos. Más tarde a la Universidad a dar más clases. Siempre en bicicleta. Sólo cedió a tener un coche durante una temporada. Odiaba los vehículos y todos los humos del progreso. Reuniones en clubes de Oxford y más clases son sus tardes. La Tierra Media, de noche. La luz de la luna baña la obra de John Tolkien. Es a esa hora cuando da rienda suelta a su imaginación. Espera a que se acuesten sus hijos y le roba horas al sueño hasta las dos de la madrugada. No molesta a su mujer, porque duermen separados. A ella le espantan los ronquidos del fumador de pipa. Inspiración finlandesa e islandesa. ¿Leyendas artúricas? ¿Reinterpretación de los clásicos? No. Dos fueron las grandes fuentes en las que bebió Tolkien para dar vida a sus personajes: el Kalevala (Tierra de los héroes) finlandés y la Edda Mayor, prosa, y la Edda Menor, poesía, islandesas. En El Hobbit llega a calzar el episodio del dragón. Misa diaria. El catolicismo a ultranza de nuestro hombre no permite evitar una tercera influencia muy clara: la Biblia. Tolkien, aunque odiaba madrugar, era de misa diaria a las siete de la mañana. Llevaba con él a sus hijos. Huérfano de padre y madre fue un cura el que le buscó una salida. Nunca lo olvidaría. En El Señor de los Anillos quiso reflejar algunos ideales que, consideraba, tiene el catolicismo. Amistad con C. S. Lewis. Fue el primero en escuchar cada línea de El Señor de los Anillos. Tolkien y Lewis eran muy amigos. Lewis, el famoso profesor que Anthony Hopkins encarnó en Tierras de penumbra, alentó siempre el sueño de creador de Tolkien. Suyas fueron las críticas más elogiosas cuando apareció el libro al que dedicó doce años.