«LOS OTROS» Y... LAS OTRAS

La Voz

TELEVISIÓN

PACO TORRENTE

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ

04 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Estaba cantado. Si Los otros triunfaba en medio mundo rindiendo a sus pies a la crítica y al público, los académicos españoles no podían nadar contra corriente porque o harían el ridículo o resucitarían el fantasma del cainismo. Fue la del 2001 una notable cosecha de cine, pero la distancia impuesta por Amenábar frente a sus competidoras era imposible de reducir. Se llevó ocho Goyas, mejor película y mejor director entre ellos, y sin apelación posible. Un guión inteligente, una factura impecable, una atmósfera cautivadora y una dirección raramente transparente aún resultando casi imposible que la cámara pase desapercibida en una película de época. Abrir las puertas de EE UU Hubo también unos productores que arriesgaron sus cuartos para llevar a cabo el deseo de Alejandro de recurrir a Nicole Kidman y abrir con ella las puertas del mercado norteamericano gracias a la poderosa llave de su entonces esposo, Tom Cruise. Nada hay perfecto porque el mundo sería aburridísimo. Tampoco hay películas perfectas ya que el cine se ahogaría en su propio éxito, pero Los otros venció por méritos. Riesgo y audacia, los puso Julio Medem en Lucía y el sexo, que si no redondea su trabajo es por algunas imprecisiones del guión y su empeño en concluir la trama con un final desconcertante. Pero la originalidad persigue a este autor y nada hay más estimulante que salirse de la corrección empalagosa. Pero solamente se llevó dos Goyas. Corrección académica es la que aporta Aranda en Juana la Loca, el tópico producto historicista, vistoso, asumible por el público convencional, que da fe del buen nivel artístico del cine español, pero poco más, salvo el merecido Goya para Pilar López de Ayala, asumido tácitamente que Kidman ya tenía bastante con sus méritos en Moulin Rouge. Tres Goyas para Aranda. El gran (e injustamente) derrotado fue Agustín Díaz Yanes, que ya partía como el enano del circo por asomar a las pantallas a última hora y no poder beneficiarse del rentable boca-oreja que tanto refresca la memoria de los académicos. Que fuera la gran perdedora no resta méritos a su fascinante propuesta, una película sobrada de originalidad, con un guión complejo y muy currado, de ángeles y demonios. Eran las cuatro grandes aspirantes, con la suficiente fuerza para anular al resto de opciones a palmarés, que, sin embargo, no deben hacernos olvidar el exitazo de la gallega El bosque animado, con un merecido doblete que gratifica el buen hacer de la productora Dygra y que obligará a que se tome más en serio a la periferia. Con todo, e insistiendo en la estupenda cosecha del año pasado, el indiscutible vencedor de la noche fue esa «buena persona» que dijo José Luis Cuerda, Alejandro Amenábar, Alejandro el grande, porque colecciona películas por triunfos y se está erigiendo como la locomotora que tira del tren del cine español consiguiendo llegar pletórico a la mismísima estación de los norteamericanos (casi cien millones de dólares en sus pantallas). Ya era hora.