Rosa se hace estrella en Estonia pero no puede aupar a España a puestos de honor
TELEVISIÓN
Los trajes de la granadina y los de los dos David fueron diseños del gallego Roberto Verino Rosa se hizo grande en Estonia. La chiquilla temblaba como una hoja de parra por la mañana, pero todo se le olvidó al subirse al escenario. Entró corriendo, arrasando con todo lo que se encontraba por delante, como por ejemplo el coro.
26 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.No necesitó la ayuda de los dos David, casi se los quita de encima de un soplo. Pero le falló la voz, se quedó corta cuando tenía que lucirse y apenas se le oyó, no había potencia. De todas formas, en la gala de Eurovisión se vieron otras cosas, como la ambigüedad sexual de los participantes, tal vez porque la comunidad gay es fan del hasta ahora casposo festival. Rosa de España. Rosa de Europa. Rosa. Salió, brilló y encandiló. Arrancó los primeros brazos en alto del público, se sintió feliz en su papel, por algo se presentó a Operación triunfo a pesar de los kilos, las gafas y los dientes. Vestida de Verino de pies a cabeza, la granadina sólo tuvo dos pequeños fallos, casi nada, vamos. Por un lado sigue pegando saltos de una forma brutal, horrorosa. Con que menease ligeramente la cadera le llegaba. Por otra, el detallito de la voz, sin potencia. Pero nadie se acordaba de eso, porque todo el mundo -su coro el primero- estaba pendiente de que no se esnafrase, equivocase o echase a llorar. Miedo absurdo, como demostró. El coro sí que le fue peor. No por nada, sino porque la ropa de ellas era espantosa, con unas faldas diseñadas por su enemigo, seguramente. Mucho más guapa, es decir, guapísima, iba Rosa. Pantalón negro de seda muy ancho, corpiño con algo de encaje y abrigo que lo tapaba todo. ¿Monjil? No, la flor que llevaba en el cuello y en la cintura le daba un toque moderno -son una peste- y ligeramente pícaro. De cara iba guapísima, con su melena peinada de maravilla. Los chicos, es decir, Busta y Bisbal, muy correctos, ambos también vestidos por el gallego. El rubio tenía una camisa roja bordada en algodón, que puesta en otro cuerpo no daría ese aspecto de orquesta; y Bustamente de negro de pies a cabeza, con una camisa de rayas en seda y algodón muy bonita, el pelo, con su nuevo look, a lo hermanos Gallagher. Los cuentos Mucho hay que decir de la gala en sí misma. Por ejemplo, esa forma sin duda absurda de hablar de Estonia, anfitrión, entre las canciones. Filigranas tuvieron que hacer los guionistas para darle forma a los cuentos y encajarlos en las maravillas del país. El único decente, el de Blancanieves y la belleza de las estonias, al final del concurso. Hubiese sido mejor un pequeño resumen de cada cantante, aunque en general la gente aprovechaba el momento para hacer recados. Al margen de ello, el certamen demostró el peso que tiene la comunidad gay en Eurovisión, porque se dieron casos curiosos para una persona que no siga de cerca la serie. Por ejemplo, el lituano que salió de último y que, como Fabio McNamara en sus mejores tiempos (pero desafinando más), dejó un regusto surrealista al festival. Eso sí, entre lo ambiguo había dos de los candidatos a la gloria: Eslovenia, hombres azafata que sólo por su falta de ritmo en el escenario no tocaron el cielo; y Letonia, en donde una chica vestida de chico baila con chicas pero después unos chicos la convierten en chica. Una canción con mucho ritmo, fantástica, por no hablar del impecable traje blanco de la cantante y la excelente, coordinada y maravillosa coreografía. Grecia, para recordar Y no se puede hacer una crónica de lo ocurrido ayer en Tallin sin hablar de Grecia. Verlos actuar justo antes que España garantizó a todo el público nacional que Rosa no quedaría de última. Los chicos (?) desataron comentarios de todo tipo, y ninguno bueno. Sólo por verlos a ellos en pandilla ha valido la pena escuchar el festival. Tras semejante actuación, el resto se diluyó. Nadie se acordará de la alemana que abría y cerraba la mano compulsivamente, que tenía buena voz pero que -igual que la suiza- parecía haber sido clavada al suelo. Claro que eso fue mejor que ver a la representante bosnia -¿la prima de Mari, la de Gran hermano del año pasado?- a punto de tirar abajo el escenario con sus paseos sin freno. Hubo decepciones, como Suecia que no estuvo en absoluto a la altura de las circunstancias y sorpresas, agradables sorpresas, como Malta, una chica fantástica que hizo un brillante papel. Otros países pasaron sin pena ni gloria, como Israel o Croacia, canciones y artistas que seguramente nadie en Europa recuerda hoy.