Alemania se quedó ayer sin un actor de proyección internacional con la muerte de Horst Buchholz, uno de los «siete magníficos» e inolvidable comunista recalcitrante que enamoraba a la hija del jefazo de Coca-Cola en Uno, dos, tres , de Billy Wilder. El actor falleció a los 69 años en una clínica del centro de la capital alemana, no lejos del distrito en el que nació diez meses después de la llegada de Adolf Hitler al poder en 1933. Su reconocimiento internacional llegó con Las confesiones del estafador Félix Krull , adaptación de la novela de Thomas Mann. Su relación con España se estrechó en Estambul 65 , de Antonio Isasi, y en uno de sus últimos papeles, Réquiem por Granada (1990), de Vicente Escrivá. La cumbre de su periplo fue Los siete magníficos (1960), de John Sturges, pero su mejor papel llegó de la mano de Billy Wilder, que lo eligió para protagonizar Uno, dos, tres .