A Barenboim no le dejaron tocar, «es sólo para profesionales»

La Voz

TELEVISIÓN

30 jun 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Barenboim tiene casa en Málaga y, estando allí de vacaciones, una vez requirió la presencia de un afinador para su piano. Localizó a uno por teléfono, fijaron un día para la visita y cuando ya iba a colgar, oyó cómo le decían desde el otro lado del aparato: «¿De qué bar dijo usted que me llamaba?». En otra ocasión, estando de visita en Barcelona, después de un concierto, pidió que le llevaran a un local de tangos, porque le encantan. Una vez allí, tuvo la intención de acercarse al piano, pero el dueño lo paró en seco: «Perdone, sólo pueden tocarlo profesionales». Su prolongada y fructífera relación con España está sembrada de anécdotas de este tipo, que a él le gusta relatar siempre con ese peculiar acento suyo, medio porteño, medio castellano. Desde hace cuatro años, Barenboim es asiduo de los veranos ibéricos, acudiendo a su cita con el Teatro Real. Su paso por el coliseo madrileño ha proporcionado las citas operísticas más intensas, redondas y satisfactorias de los últimos tiempos en cualquier teatro español: sus recordados Tristán e Isolda, Maestros Cantores o Fidelio , al frente de la huestes de su teatro, la Staatsoper de Berlín, permanecen imborrables en la memoria de los aficionados.