Lo que el «casting» se llevó

César Wonenburger REDACCIÓN

TELEVISIÓN

Los descartes de otros actores permitieron a Bogart y Bergman hacerse con los papeles principales de «Casablanca», pero impidieron a Redford protagonizar «El padrino»

05 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Marlon Brando pudo haber sido Lawrence de Arabia; Tom Selleck, Indiana Jones y O.J. Simpson, Terminator. No, no se trata de un ejercicio de cine-ficción. Todos ellos fueron en algún momento las opciones iniciales de los Estudios para representar esos papeles, pero finalmente, por una razón u otra, se cayeron del casting, cediendo sus puestos a los actores que hoy conocemos en esas películas. Se trata de una práctica habitual que no sólo ocurre en Hollywood. Pedro Almodóvar también reemplazó a Jorge Sanz por Liberto Rabal en Carne trémula, descontento por lo que apreció durante los ensayos previos al rodaje del película. ¿Alguien se imagina que a Ingrid Bergman se le pudiese haber pasado por la cabeza abandonar a su marido por Ronald Reagan? Pues pudo haber sucedido perfectamente en Casablanca , si la Warner hubiese sido fiel a su primer comunicado de prensa, en el que anunciaba que el hoy ex presidente de EE UU y Ann Sheridan protagonizarían la película de Michael Curtiz. Ni Bogart ni Bergman estaban en la lista inicial de candidatos para interpretar a Rick y a Ilsa: sólo cuando George Raft y Hedy Lamarr, la segunda opción, fueron descartados se les despejó el camino hacia la gloria. «El padrino» A veces son los directores quienes tienen que pelearse con los ejecutivos e imponerles sus propias elecciones. Un joven Francis Ford Coppola tuvo que emplearse a fondo para que Al Pacino fuera Michael Corleone en El padrino . Robert Redford, Warren Beatty y Ryan O'Neal eran los favoritos de sus jefes. Redford también estuvo a punto de ser Benjamin Bradock en El graduado , un papel que acabó llevándose su futuro compañero en Todos los hombres del presidente , Dustin Hoffman. Tampoco Anne Bancroft fue la primera idea para encarnar a la señora Robinson: Patricia Neal y Doris Day, que según sus valedores daba la idea de muñeca puritana pero con un inquietante lado oscuro, le precedieron. Meryl Streep tendría un Oscar menos en su vitrina si la antigua ángel de Charlie, Kate Jackson (la menos guapa de la serie), se hubiese divorciado de Dustin Hoffman en Kramer contra Kramer , tal como estaba previsto. Gwyneth Paltrow tampoco habría ganado el suyo si Julia Roberts hubiese convencido a Edward Zick (el de El último samurai ) de que contase con ella para protagonizar Shakespeare enamorado en 1991, cuando comenzó a gestarse el proyecto que finalmente llevó a cabo John Madden. Sinatra Quizá el cine de Clint Eastwood no le debiera tanto al de su amigo Don Siegel si Frank Sinatra hubiese pasado de ser sospechoso de colaborar con la mafia a ponerse activamente del lado de la ley, con el pistolón y la frase mítica: «Alégrame el día», cuando a punto estuvo de encarnar a Harry el Sucio en lugar del realizador de Mystic river , por otro lado primer candidato para hacer el personaje que interpreta finalmente Tommy Lee Jones en Hombres de negro , junto a Will Smith Mucho más próximas en el tiempo quedan las peripecias del casting de la reciente Chicago. Las dos décadas largas que se tardó en poner en práctica el proyecto de llevar al cine el musical de Bob Fosse dieron mucho juego con los protagonistas. Goldie Hawn (Roxie) y Madonna (Vera) fueron las primeras seleccionadas, pero cuando el director Nicholas Hynter se hizo cargo del filme, convenció a Nicole Kidman para que sustituyera a Hawn. Al final, Hynter, Madonna y Kidman también desaparecieron finalmente, dejando el camino libre a Rob Marshall, Catherine Zeta-Jones y Renée Zellweger.