El ganador del premio Nadal de literatura con la novela «Un encargo difícil» afirma que la Guerra Civil española y su posguerra seguirán generando historias durante largo tiempo
07 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.le ha dado el premio Nadal tras casi tres décadas como narrador, y asegura con orgullo que hacerse con el decano de los galardones literarios «te cambia la vida». Dice también Pedro Zarraluki (Barcelona, 1954) que «todo escritor es un vampiro». Tras publicar media docena de novelas, asegura: «Ésta es la primera que de veras he escrito en mi vida». Con ella afirma que se aparta «del cuento y la metaliteratura». Es una intriga de perdedores y espías en el opresivo ambiente de la inmediata posguerra española en la isla de Cabrera, destino de represaliados por los vencedores y de siniestros personajes controlados por el ojo implacable del franquismo. -¿Hay en su novela más represión, intriga o espionaje? -De todo. Quería describir una pequeña comunidad de perdedores de la guerra. En Cabrera, se desterró a algunos represaliados por el régimen triunfador y los hago convivir con isleños, con militares que han ganado la guerra, con pescadores más o menos franquistas y con agentes que buscan a un espía alemán al que encargarán eliminar. -¿El «difícil encargo»que da título a la novela? -Sí. Manejé mil títulos. Me quedé con éste por que era sencillo y sugerente. Da a entender que va a pasar algo interesante. Lo que explica la novela está basado en ese encargo más que engorroso que se le hace a un individuo más bien siniestro, que hace trabajos parapoliciales, y que tendrá que deshacerse de un triple espía alemán. El encargo, sin ser lo más importante de la novela, es lo que la condiciona entera. Me sirve para llevar a los personajes a una tensión que permite analizar sus relaciones. -¿Por qué la posguerra? -Quería describir a esos personajes, sus reacciones ante determinadas situaciones. Sólo en un marco así podía mostrarlos realmente. Necesitaba llevarles a un momento de extrema tensión, a un mundo desabastecido de lo más elemental, opresivo, donde no hubiera ni una justicia ni unos valores claros. Necesitaba unos supervivientes, y la posguerra española era un escenario próximo y adecuado. La posguerra como tema literario aún tiene mucho que dar. Es un tiempo que no hay que revivir con ánimo de enfrentamiento ni olvidarlo. Generaron tantas historias, la guerra, la posguerra, que aún estaremos tiempo contándolas. -¿Por qué se fija en los perdedores? -Los perdedores son siempre más atractivos y más literarios que los ganadores. Aquella guerra, cualquier guerra, la pierde todo el mundo. Salvo los jerifaltes, la pierde todo el cuerpo social. En este caso los perdedores, los supervivientes, logran, a partir del empuje y la sensatez, generar una nueva manera de funcionar, una nueva justicia que es útil. A veces las sociedades funcionan mejor cuando no tienen leyes ni ordenanzas.