Autógrafos a distancia

La Voz X. F. | REDACCIÓN

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La escritora canadiense Margaret Atwood ha ideado una máquina que le permite firmar sus libros sin tener que desplazarse: lo hace una pluma accionada por control remoto

10 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

A lo largo de la historia, fueron muchos los escritores que imaginaron un futuro repleto de avances tecnológicos que habrían de cambiar para siempre la vida del hombre. Algunas de estas predicciones literarias salieron del papel y se hicieron realidad: se habla más de Julio Verne por sus capacidades visionarias que por lo mucho que se disfruta leyendo sus libros. Otras tendrán que aguardar, como La máquina del tiempo de H.G. Wells. La mayoría de los autores se han limitado a poner a trabajar su fantasía y ahí quedaban sus ensoñaciones futuristas. Algunos se transformaron en inventores. A ellos se ha sumado Margaret Atwood (Ottawa, 1939), una de las voces más respetadas de la narrativa canadiense contemporánea. Harta de las extenuantes giras de promoción, durante su última estancia en el Reino Unido pensó en lo agradable que sería atender sus compromisos sin tener que abandonar la placidez del hogar. Así que Atwood se puso manos a la obra y está desarrollando su propio artilugio, que le permitirá dedicar sus obras desde su casa de Toronto. Se trata de una máquina concebida para firmar un libro personalmente, por muy grande que sea la distancia entre autor y lector. Este último, al comprar su libro, lo introduce en una especie de terminal; Atwood escribe su dedicatoria, presiona un botón, y una pluma accionada por control remoto reproduce exactamente las palabras de la escritora. Sin desplazamientos, colas, y preguntas. Atwood resume para The Guardian las ventajas de su invento: «Mucha menos angustia, inconvenientes, hambre, perder el tiempo en aeropuertos y comer en minibares». Democratizador La escritora cree que su invención podría proporcionar muchos más alicientes que simplemente ahorrarse desplazamientos engorrosos. Los autores poco conocidos y que, por tanto, no suelen viajar tanto como los multipremiados, tendrían un medio para contentar a sus lectores fieles y personalizar sus obras. Atwood define la máquina mediadora no como una barrera, sino como un «dispositivo democratizador». Si Atwood perfecciona su prototipo y lleva sus máquinas a las librerías, tendrá que someterse con frecuencia a sesiones de firmas. Eso sí, desde la comodidad del salón o la intimidad de su estudio. Está por ver el impacto de su invento en los cazadores de autógrafos.