Un libro revela la visión política y estratégica del cartaginés Aníbal
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El general soñaba con un proyecto alternativo a Roma basado en los pueblos mediterráneos Los historiadores latinos distorsionaron la imagen del militar para crear un retrato cruel y deshonesto del personaje.
12 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.El general Aníbal de Cartago (247-183 a. de C.) es, junto Alejandro Magno y César, uno de los grandes personajes del mundo mediterráneo antiguo. Pero la imagen de Aníbal ha llegado distorsionada desde la Antigüedad por «la propaganda de guerra de Roma», según el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Postdam (Alemania), Pedro Barceló, autor del libro Aníbal. Estratega y estadista (Editorial Klett-Cotta). Barceló, que presentó esta semana su libro en la embajada de España en Berlín, asegura que Aníbal de Cartago era algo más que el militar terrible que retrataron los historiadores romanos. La marcha de su ejército a lomo de elefantes de guerra entre los años 218 y 217 a. de C. sobre Roma desde Hispania a través de los Alpes es considerada como una de las grandes hazañas de la historia militar. Sólo los defectos El historiador romano Livio ofreció una imagen tendenciosa de Aníbal. Aunque no oculta sus innegables calidades castrenses, destaca sus defectos: «una crueldad inhumana, una perfidia peor que púnica, una absoluta falta de franqueza y de honestidad, ningún temor a los dioses, ningún respeto a los juramentos y ninguna clase de escrúpulo religioso». Para Barceló, Aníbal, hijo de Amílcar Barca, destaca no sólo por sus hazañas militares sino también como estadista. Aníbal defendió una política multicultural mediterránea alternativa a la hegemonía de Roma. El general cartaginés «no quería borrar a Roma del mapa político», sino que quería evitar la hegemonía de Roma en el Mediterráneo, que los cartagineses habían sufrido en sus propias carnes con las pérdidas de Sicilia y Cerdeña, explica este historiador valenciano afincado en Alemania desde los años 60. Aníbal soñaba con realizar un proyecto político alternativo de seguridad colectiva frente al Imperio Romano, según Barceló. No quería establecer un todopoderoso imperio cartaginés frente al poder de Roma, sino que apostaba por una soberanía compartida entre potencias equiparables que se contrarrestaban entre sí e impidiera la formación de una potencia hegemónica que impusiera su cultura al resto en el Mediterráneo. Adorador de Melqart Aníbal introdujo además una dimensión religiosa a su proyecto político. Adoró al dios fenicio-cartaginés Melqart, que estaba equiparado al dios griego Hércules. Aníbal se ganó así las simpatías de los devotos de Melqart/Hércules, se erigió como símbolo de la civilización fenicio-griega y buscó la solidaridad y adhesión a su proyecto político de todos aquellos pueblos del Mediterráneo que tenían cuentas pendientes con Roma.