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Un graffitero británico se cuela en el MOMA y cuelga uno de sus cuadros

Tatiana López CORRESPONSAL | NUEVA YORK

TELEVISIÓN

26 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

«Este cuadro debería estar colgado en el Louvre». Cuando el artista británico Banksy escuchó esta frase de boca de su hermana no se lo pensó dos veces: se colocó una barba postiza, una gabardina y se coló en el museo parisino para después pegar con cola extra fuerte uno de sus cuadros en la pared. Fue el comienzo de una exitosa carrera como «infiltrado artístico» que alcanzó su máximo apogeo hace unos días cuando el graffitero consiguió colar una de sus obras en el MOMA de New York. Los despistados guardas de seguridad de museo neoyorquino no sólo no se percataron de que un extraño estaba colgando un cuadro en la pared, sino que ni siquiera pudieron distinguir la creación de las obras «legales» que alberga la institución. Durante más de tres días la pintura de Banksy, un pequeño lienzo que representaba una lata de tomate en rebajas, fue admirada por cientos de visitantes. El artista también consiguió introducirse en otros museos de la gran manzana. El Museo Metropolitan, el Museo de Arte Natural y el Museo de Brooklyn fueron los otros objetivos elegidos por Banksy. Sin embargo, en las tres galerías sus obras fueron retiradas en cuestión de horas al ser detectadas por las autoridades. Dejando un lado lo anecdótico del caso, la acción de Banksy ha generado un debate sobre la poca seguridad que existe en las pinacotecas de Manhattan. Para echar más leña al fuego el británico afirmó que las medidas de vigilancia de los museos «son menos sofisticadas que las de una estación de tren».