
La película se estrena el día 23 en el Festival de Málaga y llegará a las salas el 6 de mayo Gerardo Herrero aborda desde el género social la lucha contra el narcotráfico en la Galicia de los 80
14 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.El barco que cruza la ría de Vigo vuelve a ser el escenario donde se desencadena la catarsis de una historia dramática del cine español. El bote en el que Santa (Javier Bardem) se liberaba en Los lunes al sol de la anodina existencia de un parado desplazado de la sociedad es el mismo en el que Pilar, de Heroína , la nueva película de Gerardo Herrero, deja patente lo lejos que puede llegar una madre por proteger a su hijo. Pilar (Adriana Ozores) es la encarnación cinematográfica de Carmen Avendaño, la presidenta de la asociación contra la droga Érguete. Su lucha ha sido llevada a la pantalla en un nuevo filme de ese cine social que ha dejado de ser reducto para cinéfilos para colocarse entre las películas más vistas. La película se proyectó ayer en un pase privado previo a su estreno, el 6 de mayo, en las salas comerciales. El de Pilar es el retrato valiente de una mujer reflejada en la pantalla con una fortaleza tan increíble que sólo puede ser verdad y que la convierte en un gran personaje de cine. A través de sus ojos, los de una madre que descubre que su hijo es heroinómano, y de su lucha familiar y social, la película se desarrolla como un docudrama que refleja la peor cara la de la Galicia de los años 80 y el descubrimiento de la realidad que había detrás de unas bateas en las que se escondía mucho más que tabaco de contrabando. Su lucha contra el poder y contra la impunidad de los narcotraficantes instalados en sus pazos sirve para hacer un viaje por la cara oculta de una realidad ante la cual se tuerce la cara. Su aplomo transmite una imagen de los toxicómanos como víctimas y no como delincuentes. El filme, producido por la gallega Continental, es una demostración más de que la realidad cotidiana está llena de grandes historias y personajes de cine a la espera de un guión y una nueva constatación de que Galicia puede ser más que un simple escenario para rodajes.