fue el título de la primera entrega de España entre el cielo y la tierra , serie con la que La Primera anticipa el prime time dominical del verano. El título lo cuenta: mostrar desde el aire y también desde el suelo la geografía física y humana española. Abrieron con las Rías Baixas, desde la desembocadura del Miño hasta Carnota, dejando el resto para futuras entregas. Basa parte de su atractivo en tomas aéreas de gran vistosidad, deteniéndose en las singularidades que los guionistas consideran destacables, con el apoyo de voz en off . Académica en su estructura y espectacular en su resolución. Es imposible no enamorarse del país reflejado en esas imágenes. La idea no es inédita en televisión porque son muchos los formatos que intentan sacar rendimiento a los atractivos de cada lugar, sobre todo con fines turísticos. Lo hizo el extinto NO-DO, también numerosos documentales en los años sesenta aprovechando la novedad del color, y finalmente la propia TVE con numerosos programas que no vienen al caso. La novedad de España entre el cielo y la tierra , es sobre todo tecnológica, con imágenes de asombrosa calidad que intentan evitar la molesta estética de postal. «Nadie es perfecto», que ya lo escribió Billy Wilder en Con faldas y a lo loco, y seguro que esta nueva serie tampoco lo es. Pero impacta.