
Entrevista | César Sarachu Es Bernardo, el apocado cuarentón de «Camera café», pero en la vida real César Sarachu es un actor de éxito en Suecia, donde vive con su mujer y sus dos hijas
25 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.Nunca un vasco logró imponerse con tanta soltura al norte del norte. El ingenuo Bernardo Marín de la serie de Telecinco Camera café mantiene un pulso con la ubicuidad, a la que reta permanente entre Madrid y Estocolmo. Lejos de la máquina de café y de las pasiones que le despierta Mari Carmen Cañizares, Bernardo responde al teléfono como César desde Hamburgo, donde graba una película sueca. Es más, el actor César Sarachu vive en Estocolmo, está casado con una sueca y tiene dos niñas nacidas en este mismo país. -Ayúdeme. ¿Cómo puedo explicar todo este lío? -Je, je. Bueno, en los ochenta conocí en París a la que después sería mi esposa. Los dos estudiábamos en una escuela de teatro. Luego, vivimos un tiempo en Bilbao y en 1991 nos instalamos definitivamente en Estocolmo. -Allí vive, sí, pero la oficina de «Camera café» la tiene en Madrid. -Digamos que es como un puente aéreo, pero largo. Lo llevo bien, aunque lo peor es no poder ver a la familia durante varios días. -No me resisto: ¿ha logrado en ese tiempo hacerse el sueco? Desde luego, algo de acento tiene. -Un poco sí, la verdad [se ríe]. Creo que ya me he integrado en esta sociedad. Claro que echas de menos a tu gente y tu vida en Baracaldo, pero son ya muchos años viviendo en París, en Londres¿ -Usted es un actor muy conocido en Suecia. Y el sueco, es lo que tiene, que hubo que aprenderlo. -La vida es así, hay que echarle valor y trabajar duro. Es cierto que al principio tienes algo de miedo al hablar en un idioma que no es el tuyo y sabes que algún error vas a cometer. Pero yo tiro hacia delante y no me lo pienso. -¿Al principio tuvo dificultades para expresar sus emociones en un idioma ajeno? -Mi mujer quería que nos viniésemos a vivir a Suecia. Y la vida [vuelve a referirse a ella] es la que decide. Al principio las palabras son sólo sonidos, no expresan sentimientos. La palabra sueca blå no significa nada si no logras traducirla antes a azul. Te mueves en un doble viaje de idiomas. -¿Lograría «Camera café» montar una máquina en alguna oficina de Suecia? -No sé si podría funcionar. En todo caso, habría que hacerlo a la sueca. El humor es diferente en el norte de Europa. Incluso el teatro es diferente. En el Mediterráneo el montaje es más gestual, y en los países del norte, el texto es lo más destacado. -Bernardo se traería a su mamá a Suecia, claro. -Mamá es fundamental y Bernardo no sería capaz de abandonarla. Fíjate que yo soy el primero en querer saber qué pasa en el siguiente capítulo. -¿Y el rollete que se trae con Mari Carmen tendrá un final apasionado? -La verdad, el día que nos demos un beso quizás nos llevemos todos una desilusión, ja, ja, ja. Tendrá que pasar mucho tiempo para que ocurra algo entre nosotros. -Parece que en esa oficina hay muy buen ambiente entre los actores. -Antes de grabar, leemos los guiones con el director y proponemos novedades. Siempre podemos opinar e introducir cambios. Hombre, no voy a decir que Arturo Valls [en la serie, Jesús] y Carlos Chamarro [Julián] sean unos canallas, pero todos buscamos características que podamos dar a los personajes. -¿Recibe ahora alguna propuesta en España? -Sí, pero el problema es que no puedo aceptarlas por falta de tiempo, como pasó con una película de Javier Fesser. En verano me tomaré unos meses para protagonizar una historia preciosa en París. -¿Gevalia (café sueco) o Marcilla? -Ja, ja, ja. En la serie soy de manzanilla y poleo. Antes tomaba café, pero desde que apareció Mari Carmen en mi vida¿ Y en la vida real¿ pues igual. Es que yo soy muy aburrido. Me gusta la vida sana, nada de alcohol. Además, el agua es lo mejor. Si me tomo un café será en compañía de mi mujer, que le gusta el expreso italiano. Pero nada de aguachirle.